Nuestros antepasados mamíferos o protomamíferos más antiguos probablemente deambulaban por su entorno solo de noche, usando su potente visión nocturna para encontrar alimento y poder así permanecer ocultos en su escondrijo durante el día, evitando de este modo a los depredadores reptilianos que salían a cazar de día. Esta es la conclusión a la que han llegado unos científicos tras analizar datos genéticos que respaldan la hipótesis de que nuestros lejanos predecesores se adaptaron a un estilo de vida nocturno.
El equipo de Liz Hadly, de la Universidad de Stanford en Estados Unidos, examinó genes implicados en la visión nocturna en animales de todo el árbol genealógico evolutivo, buscando lugares en los que esos genes fueron realzados.
El equipo de Liz Hadly, de la Universidad de Stanford en Estados Unidos, examinó genes implicados en la visión nocturna en animales de todo el árbol genealógico evolutivo, buscando lugares en los que esos genes fueron realzados.
A fin de rastrear el estilo de vida nocturno hasta sus orígenes, los investigadores analizaron genes que previamente habían sido considerados como asociados a la visión nocturna en ciertos pájaros, como los búhos. Los autores del nuevo estudio examinaron esos genes de la visión nocturna en muchos mamíferos y reptiles, incluyendo serpientes, caimanes, ratones, ornitorrincos y humanos. Valiéndose de los conocimientos existentes sobre cómo están emparentados evolutivamente esos animales, averiguaron cuándo la función de esos genes se debió reforzar, en el marco del proceso de adaptación para adoptar un estilo de vida nocturno.
A partir de ahí, dedujeron que los precursores no tenían una buena visión nocturna y estaban más activos de día. Sin embargo, poco después de la subdivisión, los mamíferos empezaron a mejorar sus genes de visión nocturna, permitiéndoles ello empezar a moverse eficazmente de noche, y evitando así a los reptiles que salían a cazar de día.
En los millones de años que han pasado desde que los mamíferos y los reptiles se separaron, la selección natural y la evolución no se han detenido. No todos los mamíferos son aún nocturnos. Bastantes, incluyendo al Ser Humano, hemos reocupado el día, adaptándonos de varias maneras a la actividad diurna.
Fuente NCYT