En un nuevo estudio se ha comprobado que dos cepas de bacterias, una resistente a un antibiótico, y la otra a otro distinto, pueden protegerse entre sí en un entorno que contenga los dos fármacos.
Lo encontrado demuestra que el mutualismo, un fenómeno en el que especies diferentes se benefician de sus interacciones entre sí, puede ayudar a ciertas bacterias a formar comunidades resistentes a fármacos.
Esta es la primera demostración experimental en microbios sobre un tipo de mutualismo conocido como protección cruzada, que se ve mucho más habitualmente en animales.
Lo encontrado demuestra que el mutualismo, un fenómeno en el que especies diferentes se benefician de sus interacciones entre sí, puede ayudar a ciertas bacterias a formar comunidades resistentes a fármacos.
Esta es la primera demostración experimental en microbios sobre un tipo de mutualismo conocido como protección cruzada, que se ve mucho más habitualmente en animales.
Estas bacterias y muchas otras se defienden de los antibióticos produciendo enzimas que los descomponen. Como efecto secundario, esto protege también a células cercanas que no producen esas enzimas, ya que el antibiótico desaparece del entorno.
El mutualismo, un fenómeno en el que especies diferentes se benefician de sus interacciones entre sí, puede ayudar a las bacterias a formar comunidades resistentes a fármacos. La ilustración muestra una interpretación artística simbólica del mutualismo entre bacterias.
En los experimentos, Gore y sus colegas encontraron que ambas cepas, viviendo juntas, podían sobrevivir en un ambiente donde estuvieran presentes ambos antibióticos, a pesar, como hemos dicho, de que cada una fuera solo resistente a uno de los fármacos.
El laboratorio de Gore está ahora examinando este tipo de mutualismo en bacterias que viven en el intestino del gusano C. elegans.
Fuente NCYT