Los sonidos de nuestra voz nos delata

Las variaciones sonoras generadas mediante la voz pueden determinar si una persona miente o es confiable. La velocidad, la intensidad o las acentuaciones en el discurso conforman características únicas que delatan nuestras intenciones.

Una «firma acústica» única permite identificar cuando mentimos o decimos la verdad. Según un nuevo estudio realizado por especialistas del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) de Francia, una mayor velocidad al hablar, más intensidad en la voz al promediar el discurso y un descenso en la fuerza enunciativa sobre el final de las frases hacen posible obtener una mayor sensación de confianza en los receptores.

La prosodia es una rama de las ciencias del lenguaje que analiza y representa formalmente un conjunto de elementos que conforman la expresión oral, como la entonación, el acento o los ritmos.

Según una nota de prensa, estos aspectos marcan la forma en la cual nos comunicamos, pero son mucho más que una cuestión de estilo: pueden generar que nuestro discurso resulte creíble o no para quienes intentan decodificarlo.

De acuerdo a la investigación de los científicos franceses, la decisión de los receptores en cuanto a si un discurso es honesto o no se relaciona directamente con una serie de elementos formales.

Concretamente, identificaron luego de distintos experimentos que las enunciaciones que generan mayor confianza son aquellas que muestran un ritmo más veloz al hablar, una intensidad más pronunciada o una acentuación más marcada sobre la mitad de las palabras y las frases y, por último, un tono descendente al finalizar las expresiones.

Esta serie de características son las que constituyen la “firma acústica” mencionada previamente: un sello de identidad sonora que determina el estilo personal del hablante. Los especialistas han comprobado que esta firma se percibe de manera similar en varios idiomas distintos, como el francés, el inglés y el español.

Registro cerebral automático

En los resultados del estudio, publicado recientemente en la revista Nature Communications, también sostienen que el cerebro registra automáticamente el formato acústico que identifica a cada hablante.

En consecuencia, aunque la persona no esté analizando o juzgando el discurso de otra, al escucharlo su cerebro ya decodifica la información lingüística y emite un “veredicto” sobre la fiabilidad de aquello que se comunica.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores utilizaron un método basado en datos, a través del cual decodificaron por separado las características prosódicas que impulsan las percepciones de los oyentes sobre la certeza y honestidad de un hablante: el tono, la duración y el volumen de la voz en los enunciados.

A partir de estos datos descubrieron que los juicios que se establecen sobre los discursos se basan en una firma prosódica, percibida independientemente del conocimiento conceptual y del idioma nativo de los individuos.

En otras palabras, tiene más peso la estructura sonora del discurso que los conceptos que se comunican: el oyente relaciona directamente algunos sonidos con la honestidad y la seguridad del hablante, y otros con su deshonestidad.

Adaptación única

Al mismo tiempo, los científicos hallaron que el cerebro no solamente extrae automáticamente la firma acústica al escucharla, sino que también las formas prosódicas impactan directamente en la manera en la cual se memorizan las palabras habladas.

Los expertos concluyeron que sus hallazgos permiten afirmar que existe una adaptación auditiva única en el ser humano, destinada a percibir de forma casi inmediata la honestidad o deshonestidad de un discurso.

Ahora, los investigadores franceses trabajan en un nuevo estudio que buscará comprender cómo las intenciones de los hablantes impactan en su prosodia y en las firmas acústicas que producen.

La nueva información aportada permitirá seguir avanzando en el entendimiento de los mecanismos comunicacionales y cerebrales que determinan las causas por las cuales los mensajes generan mayor o menor confianza en los receptores.




Artículo Anterior Artículo Siguiente