Otro equipo ha descubierto moléculas complejas en una estrella joven situada a 1.300 años luz de la Tierra
Un equipo de astrónomos ha detectado por primera vez en una supernova moléculas procedentes de nuevos cuerpos cósmicos. Lo ha descubierto al cartografiar en 3D la explosión de esta estrella, ocurrida hace más de 30 años a 168.000 años luz. Otro equipo ha descubierto moléculas complejas en una estrella joven situada a 1.300 años luz de la Tierra. Todo ha sido posible gracias a ALMA, el mayor proyecto astronómico del mundo.
Esta representación artística de la supernova 1987A revela las zonas frías presentes en el interior del remanente de la estrella extinta (en rojo), donde ALMA detectó y convirtió en imagen enormes cantidades de polvo. Esta zona interna se contrasta con la capa superficial (en azul), donde la energía de la supernova entra en colisión (en verde) con el envoltorio de gas eyectado de la estrella antes de su poderosa detonación.
Un equipo de astrónomos ha detectado por primera vez en una supernova moléculas procedentes de nuevos cuerpos cósmicos. Lo ha descubierto al cartografiar en 3D la explosión de esta estrella, ocurrida hace más de 30 años a 168.000 años luz. Otro equipo ha descubierto moléculas complejas en una estrella joven situada a 1.300 años luz de la Tierra. Todo ha sido posible gracias a ALMA, el mayor proyecto astronómico del mundo.
Esta representación artística de la supernova 1987A revela las zonas frías presentes en el interior del remanente de la estrella extinta (en rojo), donde ALMA detectó y convirtió en imagen enormes cantidades de polvo. Esta zona interna se contrasta con la capa superficial (en azul), donde la energía de la supernova entra en colisión (en verde) con el envoltorio de gas eyectado de la estrella antes de su poderosa detonación.
Un equipo de científicos ha cartografiado en 3D la explosión de una estrella que había muerto hace más de 30 años y han detectado en su núcleo elementos moleculares procedentes de nuevos cuerpos cósmicos, formándose en la estrella, según se informa en un comunicado.
Se trata de la estrella SN 1987A que, antes de su muerte, era tan brillante que podía observarse a simple vista a pesar de estar situada a 168.000 años luz de la Tierra, ya que su intensidad equivalía a 100 millones de soles.
Se encuentra situada en la Gran Nube de Magallanes, una galaxia enana, satélite de la Vía Láctea y miembro del Grupo Local. Es la tercera galaxia más próxima a la Vía Láctea y es visible a simple vista desde el hemisferio sur.
Desde su espectacular muerte, ha sido observada sin interrupción por instrumentos terrestres y espaciales que operan en diferentes espectros de la radiación electromagnética, así como mediante detectores de neutrinos.
Con la ayuda del telescopio Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) situado en Chile, los científicos han podido cartografiar en tres dimensiones la estructura de las nuevas moléculas tomando forma en los restos de la supernova, y descubrir asimismo la presencia de nuevos elementos químicos que no se habían detectado anteriormente en su interior.
Asimismo, han podido observar el polvo de estrellas frío que se generó en su interior, descubriendo importantes datos sobre la estrella original y sobre la forma en la que las supernovas crean los elementos básicos de los planetas.
Las supernovas, aunque tienen una gran capacidad destructora, producen reacciones químicas que generan el polvo cósmico, uno de los fundamentos de las nuevas estrellas y de los nuevos planetas.
Gracias a ALMA, los astrónomos pudieron observar con todo detalle el núcleo de la estrella SN1987A, consiguiendo una visión sin precedentes del interior del núcleo de la estrella explotada. Así han podido cartografiar con precisión la estructura de la supernova en 3D e identificar la localización y abundancia de las nuevas moléculas formadas en su interior.
“Es la primera vez que descubrimos moléculas de este tipo en el seno de una supernova”, explica uno de los investigadores, Mikako Matsuura. Y añade “esto cuestiona nuestras hipótesis según las cuales las explosiones que ocurren en su interior destruyen todas las moléculas y el polvo de estrellas presentes en su interior”.
Más moléculas
Otra investigación diferente, ésta dirigida por científicos chinos, señala a su vez que han detectado moléculas orgánicas complejas alrededor de una estrella en formación.
Valiéndose asimismo de la red de antenas de ALMA, estos astrónomos han observado también moléculas orgánicas complejas en el disco de gas y de polvo estelar que rodea a la joven estrella Herbig-Haro (HH) 212, situada en la constelación de Orión, a 1.300 años luz de la Tierra.
Esta estrella tiene solamente 40.000 años y posee una masa de 0,2 veces a la de nuestro sol. La estrella no se ha formado todavía completamente, pero contiene moléculas esenciales para la aparición de la vida. Este estudio ha comprobado que estas moléculas complejas están presentes desde el comienzo de la formación de un nuevo sistema estelar.
Estos investigadores han detectado estas moléculas complejas gracias a la sensibilidad de las ondas milimétricas de las antenas de ALMA. Estas antenas pueden detectar ondas de radio emitidas por objetos fríos situados a mucha distancia, y por consiguiente identificar moléculas complejas gracias a la modelización de su señal de radio.
Se trata de toda una primicia porque hasta ahora no se habían podido observar estos procesos en una estrella tan joven, aunque este tipo de cadenas de átomos se ha descubierto con anterioridad en otros sistemas en formación o en cometas, señalan los investigadores.
Las tres investigaciones tienen en común, además de descubrir moléculas en estrellas lejanas, que han usado ALMA, el mayor proyecto astronómico del mundo. Se trata de un interferómetro revolucionario que comprende un conjunto de 66 antenas (antenas también llamadas: reflectores o radiotelescopios cuando es de una única antena) de siete y doce metros de diámetro destinados a observar longitudes de onda milimétricas y submilimétricas.
Se trata de la estrella SN 1987A que, antes de su muerte, era tan brillante que podía observarse a simple vista a pesar de estar situada a 168.000 años luz de la Tierra, ya que su intensidad equivalía a 100 millones de soles.
Se encuentra situada en la Gran Nube de Magallanes, una galaxia enana, satélite de la Vía Láctea y miembro del Grupo Local. Es la tercera galaxia más próxima a la Vía Láctea y es visible a simple vista desde el hemisferio sur.
Desde su espectacular muerte, ha sido observada sin interrupción por instrumentos terrestres y espaciales que operan en diferentes espectros de la radiación electromagnética, así como mediante detectores de neutrinos.
Con la ayuda del telescopio Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) situado en Chile, los científicos han podido cartografiar en tres dimensiones la estructura de las nuevas moléculas tomando forma en los restos de la supernova, y descubrir asimismo la presencia de nuevos elementos químicos que no se habían detectado anteriormente en su interior.
Asimismo, han podido observar el polvo de estrellas frío que se generó en su interior, descubriendo importantes datos sobre la estrella original y sobre la forma en la que las supernovas crean los elementos básicos de los planetas.
Las supernovas, aunque tienen una gran capacidad destructora, producen reacciones químicas que generan el polvo cósmico, uno de los fundamentos de las nuevas estrellas y de los nuevos planetas.
Gracias a ALMA, los astrónomos pudieron observar con todo detalle el núcleo de la estrella SN1987A, consiguiendo una visión sin precedentes del interior del núcleo de la estrella explotada. Así han podido cartografiar con precisión la estructura de la supernova en 3D e identificar la localización y abundancia de las nuevas moléculas formadas en su interior.
“Es la primera vez que descubrimos moléculas de este tipo en el seno de una supernova”, explica uno de los investigadores, Mikako Matsuura. Y añade “esto cuestiona nuestras hipótesis según las cuales las explosiones que ocurren en su interior destruyen todas las moléculas y el polvo de estrellas presentes en su interior”.
Más moléculas
Otra investigación diferente, ésta dirigida por científicos chinos, señala a su vez que han detectado moléculas orgánicas complejas alrededor de una estrella en formación.
Valiéndose asimismo de la red de antenas de ALMA, estos astrónomos han observado también moléculas orgánicas complejas en el disco de gas y de polvo estelar que rodea a la joven estrella Herbig-Haro (HH) 212, situada en la constelación de Orión, a 1.300 años luz de la Tierra.
Esta estrella tiene solamente 40.000 años y posee una masa de 0,2 veces a la de nuestro sol. La estrella no se ha formado todavía completamente, pero contiene moléculas esenciales para la aparición de la vida. Este estudio ha comprobado que estas moléculas complejas están presentes desde el comienzo de la formación de un nuevo sistema estelar.
Estos investigadores han detectado estas moléculas complejas gracias a la sensibilidad de las ondas milimétricas de las antenas de ALMA. Estas antenas pueden detectar ondas de radio emitidas por objetos fríos situados a mucha distancia, y por consiguiente identificar moléculas complejas gracias a la modelización de su señal de radio.
Se trata de toda una primicia porque hasta ahora no se habían podido observar estos procesos en una estrella tan joven, aunque este tipo de cadenas de átomos se ha descubierto con anterioridad en otros sistemas en formación o en cometas, señalan los investigadores.
Las tres investigaciones tienen en común, además de descubrir moléculas en estrellas lejanas, que han usado ALMA, el mayor proyecto astronómico del mundo. Se trata de un interferómetro revolucionario que comprende un conjunto de 66 antenas (antenas también llamadas: reflectores o radiotelescopios cuando es de una única antena) de siete y doce metros de diámetro destinados a observar longitudes de onda milimétricas y submilimétricas.
Fuente TENDENCIAS 21