Un estudio revela variaciones en la densidad de la materia gris en personas con más empatía cognitiva, en comparación con individuos con más empatía afectiva
Que reaccionemos de manera más racional o de manera más emocional ante las circunstancias de otras personas depende de la materia gris de nuestro cerebro, ha revelado un estudio de la Universidad de Monash, en Australia; en concreto, de variaciones en la densidad de dicha materia en áreas cerebrales vinculadas a esta emoción, como la ínsula. El hallazgo deja abiertas interesantes cuestiones, como si podríamos entrenar nuestros cerebros para ser más empáticos. Por Yaiza Martínez.
Empatía, según la definición más extendida, es la habilidad que posee un individuo de percibir los pensamientos y sentimientos de otros, lo que genera sentimientos de simpatía, comprensión y ternura.
Sin embargo, la empatía no es siempre igual: hay una empatía más emocional y otra más racional. La primera es la que nos hace llorar viendo una escena triste en el cine o asustarnos mucho ante una película de terror. La segunda es la que siente, por ejemplo, un psicólogo, cuando debe aconsejar a su paciente.
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Que reaccionemos de manera más racional o de manera más emocional ante las circunstancias de otras personas depende de la materia gris de nuestro cerebro, ha revelado un estudio de la Universidad de Monash, en Australia; en concreto, de variaciones en la densidad de dicha materia en áreas cerebrales vinculadas a esta emoción, como la ínsula. El hallazgo deja abiertas interesantes cuestiones, como si podríamos entrenar nuestros cerebros para ser más empáticos. Por Yaiza Martínez.
Empatía, según la definición más extendida, es la habilidad que posee un individuo de percibir los pensamientos y sentimientos de otros, lo que genera sentimientos de simpatía, comprensión y ternura.
Sin embargo, la empatía no es siempre igual: hay una empatía más emocional y otra más racional. La primera es la que nos hace llorar viendo una escena triste en el cine o asustarnos mucho ante una película de terror. La segunda es la que siente, por ejemplo, un psicólogo, cuando debe aconsejar a su paciente.
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