Tener como hábito realizar caminatas diarias, puede ser uno de los mejores entrenamientos también para tu cerebro, y eso está respaldado por estudios, puede aliviar las penas y revertir la depresión, entre muchos otros beneficios que aportan las caminatas de solo 30 minutos al día.
Un nuevo estudio realizado por investigadores de Stanford proporciona una explicación para esto. El pensamiento creativo mejora mientras una persona camina y se mantiene así por un tiempo. Aliviando el estrés, revirtiendo las penas y mejorando la salud cardiovascular.
El estudio encontró que caminar dentro o al aire libre al mismo tiempo impulsó la inspiración creativa. El acto de caminar en sí mismo, y no el medio ambiente, fue el factor principal.
A través del tablero, los niveles de la creatividad eran constantemente y perceptiblemente más altos para ésos que caminaban comparado a los que habían permanecido sentados.
“Muchas personas anecdóticamente afirman que tienen sus mejores pensamiento al caminar. Finalmente, podemos estar dando un paso, o dos, para descubrir por qué“, escribieron Oppezzo y Schwartz en el estudio publicado en el Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory and Cognition.
El “cerebro automatizado” y la infelicidad
Hay un aspecto realmente interesante que debemos tener presente. Hábitos que, sin que nos demos cuenta, van haciendo que nuestro cerebro acabe “automatizado” y, por tanto, estresado. No olvides estos aspectos:
El mayor enemigo para nuestro cerebro es la rutina. El simple acto de hacer todos los días las mismas cosas consigue que vayamos cayendo en una especie de depresión y en un inevitable desánimo.
Poco a poco, nuestro cerebro se vuelve un poco más lento. Nuestra atención ya no es la misma porque, en realidad, no tenemos estímulos nuevos en los que fijarnos. Tenemos algunos fallos de memoria porque pocas cosas nos parecen ya interesantes. Ante una baja motivación, el recuerdo es menor.
La rutina nos baja el ánimo y el desánimo, en consecuencia, afecta notablemente al cerebro, establecemos menos conexiones neuronales, menos sinapsis…
Día a día, nuestro cerebro actúa ya de modo automatizado. Ya no hay momentos para el disfrute y la creatividad, y él se rige entonces por pautas establecidas, como funcionaría, por ejemplo, cualquier ordenador al que hubiéramos programado. Es un riesgo muy elevado para nuestra salud emocional y, también, física.
Según el doctor José Ángel Obeso, los cerebros automatizados se dan especialmente en las grandes ciudades. Entre aquellas personas que apenas dedican tiempo a sus propias necesidades emocionales, que viven en grandes urbes rodeadas de contaminación y dosis muy elevadas de estrés.
Caminar, un acto de liberación personal
“Los caminantes no tienen obligaciones, solo el sencillo placer de liberarse paso a paso en su camino”. Según el doctor José Ángel Obeso, los beneficios no se notan en el primer día, sino cuando llevamos ya una semana y caminar es un hábito más en nuestras vidas.
Es entonces cuando empezamos a notar sus terapéuticos resultados:
Al andar, el cerebro no tiene que preocuparse de nada. Andar es fácil, todo el mundo puede hacerlo y si, además, recibe una dosis extra de oxígeno y del aire puro de la naturaleza, se siente aún mejor.
Es en ese momento cuando empieza a estimularse nuestro lóbulo frontal, ese que está relacionado con la creatividad y el estado de ánimo. Si a ello le sumamos la liberación natural de endorfinas, es entonces cuando aparece la magia. El cerebro se siente más eufórico y optimista.
Ante un mejor estado de ánimo, aparece un aumento de la creatividad. No hay presiones, la hormona del cortisol que se segrega con el estrés desaparece y se rompen esos muros que, habitualmente, nos traen el negativismo.
Es el momento en que vemos las cosas de otro modo. Nos notamos más relajadas, más entusiastas, más confiadas.
Las personas estamos acostumbradas a movernos en espacios pequeños: nuestro hogar, nuestro trabajo, los restaurantes a los que vamos, los supermercados… Son espacios limitados, siempre llenos de gente.
Lugares conocidos en los que, habitualmente, se encienden nuestras tensiones. Sin embargo, el simple hecho de empezar a caminar por un espacio natural y abierto se convierte en un maravilloso acto de liberación y de expansión.
Según el doctor José Ángel Obeso, debemos buscar, ante todo, el contacto con la naturaleza. Es como volver al útero materno, a nuestros orígenes. No es ningún acto espiritual sino, más bien, una necesidad orgánica.
Si andamos por nuestras ciudades, seguimos respirando muchas de esas partículas contaminadas. Lo ideal es que nuestros pulmones se llenen de oxigeno puro, y también es necesario que nuestros ojos se encuentren con escenarios nuevos, con nuevos estímulos con los que se enriquezca nuestro cerebro.
Caminar te vuelve creativo y cura tus penas
Existen múltiples causas y malos hábitos que nos hacen actuar de manera automática, nuestro cerebro aprende rutinas y es capaz de realizar respuestas en automático, volviéndose menos creativo y careciendo poco a poco de nuevas conexiones neuronales, lo que nos puede ocasionar problemas de memoria y por supuesto, infelicidad o letargo.
Hay algunas cosas que debemos evitar si queremos conseguir que nuestro cerebro responda de manera adecuada, y podamos hacer frente a las penas y transformar nuestra vida.
Las rutinas no son buenas para el cerebro:
Si diariamente realizamos exactamente lo mismo, respondemos de igual manera y tratamos de que todo permanezca intacto para que no nos mueva de la zona de confort, nuestro cerebro no estará creando nuevos pensamientos y por lo tanto, es más probable que la depresión se apodere de nosotros y al mismo tiempo nuestra memoria tendrá menos demanda, por lo tanto se ralentizará.
Si a tus rutinas, le añades cada día una buena dosis de caminata, de ser posible caminatas que te permitan estar en contacto con la naturaleza y rodearte del mundo exterior, lograrás aumentar tu creatividad y al mismo tiempo crear nuevos pensamientos y con ello, nuevas reacciones y estados de ánimo, esta es una forma de renovar tu mente y mejorar tu salud al mismo tiempo.
Un nuevo estudio realizado por investigadores de Stanford proporciona una explicación para esto. El pensamiento creativo mejora mientras una persona camina y se mantiene así por un tiempo. Aliviando el estrés, revirtiendo las penas y mejorando la salud cardiovascular.
El estudio encontró que caminar dentro o al aire libre al mismo tiempo impulsó la inspiración creativa. El acto de caminar en sí mismo, y no el medio ambiente, fue el factor principal.
A través del tablero, los niveles de la creatividad eran constantemente y perceptiblemente más altos para ésos que caminaban comparado a los que habían permanecido sentados.
“Muchas personas anecdóticamente afirman que tienen sus mejores pensamiento al caminar. Finalmente, podemos estar dando un paso, o dos, para descubrir por qué“, escribieron Oppezzo y Schwartz en el estudio publicado en el Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory and Cognition.
El “cerebro automatizado” y la infelicidad
Hay un aspecto realmente interesante que debemos tener presente. Hábitos que, sin que nos demos cuenta, van haciendo que nuestro cerebro acabe “automatizado” y, por tanto, estresado. No olvides estos aspectos:
El mayor enemigo para nuestro cerebro es la rutina. El simple acto de hacer todos los días las mismas cosas consigue que vayamos cayendo en una especie de depresión y en un inevitable desánimo.
Poco a poco, nuestro cerebro se vuelve un poco más lento. Nuestra atención ya no es la misma porque, en realidad, no tenemos estímulos nuevos en los que fijarnos. Tenemos algunos fallos de memoria porque pocas cosas nos parecen ya interesantes. Ante una baja motivación, el recuerdo es menor.
La rutina nos baja el ánimo y el desánimo, en consecuencia, afecta notablemente al cerebro, establecemos menos conexiones neuronales, menos sinapsis…
Día a día, nuestro cerebro actúa ya de modo automatizado. Ya no hay momentos para el disfrute y la creatividad, y él se rige entonces por pautas establecidas, como funcionaría, por ejemplo, cualquier ordenador al que hubiéramos programado. Es un riesgo muy elevado para nuestra salud emocional y, también, física.
Según el doctor José Ángel Obeso, los cerebros automatizados se dan especialmente en las grandes ciudades. Entre aquellas personas que apenas dedican tiempo a sus propias necesidades emocionales, que viven en grandes urbes rodeadas de contaminación y dosis muy elevadas de estrés.
Caminar, un acto de liberación personal
“Los caminantes no tienen obligaciones, solo el sencillo placer de liberarse paso a paso en su camino”. Según el doctor José Ángel Obeso, los beneficios no se notan en el primer día, sino cuando llevamos ya una semana y caminar es un hábito más en nuestras vidas.
Es entonces cuando empezamos a notar sus terapéuticos resultados:
Al andar, el cerebro no tiene que preocuparse de nada. Andar es fácil, todo el mundo puede hacerlo y si, además, recibe una dosis extra de oxígeno y del aire puro de la naturaleza, se siente aún mejor.
Es en ese momento cuando empieza a estimularse nuestro lóbulo frontal, ese que está relacionado con la creatividad y el estado de ánimo. Si a ello le sumamos la liberación natural de endorfinas, es entonces cuando aparece la magia. El cerebro se siente más eufórico y optimista.
Ante un mejor estado de ánimo, aparece un aumento de la creatividad. No hay presiones, la hormona del cortisol que se segrega con el estrés desaparece y se rompen esos muros que, habitualmente, nos traen el negativismo.
Es el momento en que vemos las cosas de otro modo. Nos notamos más relajadas, más entusiastas, más confiadas.
Las personas estamos acostumbradas a movernos en espacios pequeños: nuestro hogar, nuestro trabajo, los restaurantes a los que vamos, los supermercados… Son espacios limitados, siempre llenos de gente.
Lugares conocidos en los que, habitualmente, se encienden nuestras tensiones. Sin embargo, el simple hecho de empezar a caminar por un espacio natural y abierto se convierte en un maravilloso acto de liberación y de expansión.
Según el doctor José Ángel Obeso, debemos buscar, ante todo, el contacto con la naturaleza. Es como volver al útero materno, a nuestros orígenes. No es ningún acto espiritual sino, más bien, una necesidad orgánica.
Si andamos por nuestras ciudades, seguimos respirando muchas de esas partículas contaminadas. Lo ideal es que nuestros pulmones se llenen de oxigeno puro, y también es necesario que nuestros ojos se encuentren con escenarios nuevos, con nuevos estímulos con los que se enriquezca nuestro cerebro.
Caminar te vuelve creativo y cura tus penas
Existen múltiples causas y malos hábitos que nos hacen actuar de manera automática, nuestro cerebro aprende rutinas y es capaz de realizar respuestas en automático, volviéndose menos creativo y careciendo poco a poco de nuevas conexiones neuronales, lo que nos puede ocasionar problemas de memoria y por supuesto, infelicidad o letargo.
Hay algunas cosas que debemos evitar si queremos conseguir que nuestro cerebro responda de manera adecuada, y podamos hacer frente a las penas y transformar nuestra vida.
Las rutinas no son buenas para el cerebro:
Si diariamente realizamos exactamente lo mismo, respondemos de igual manera y tratamos de que todo permanezca intacto para que no nos mueva de la zona de confort, nuestro cerebro no estará creando nuevos pensamientos y por lo tanto, es más probable que la depresión se apodere de nosotros y al mismo tiempo nuestra memoria tendrá menos demanda, por lo tanto se ralentizará.
Si a tus rutinas, le añades cada día una buena dosis de caminata, de ser posible caminatas que te permitan estar en contacto con la naturaleza y rodearte del mundo exterior, lograrás aumentar tu creatividad y al mismo tiempo crear nuevos pensamientos y con ello, nuevas reacciones y estados de ánimo, esta es una forma de renovar tu mente y mejorar tu salud al mismo tiempo.
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