Astrónomos han concluido que el mayor cúmulo globular de la Vía Láctea no puede albergar planetas estables como para albergar vida, a causa de las interacciones entre estrellas que los desplazan
Los cúmulos globulares se encuentran, sin duda, entre los objetos más fascinantes de cuantos observan los astrónomos. Se trata de auténticas «esferas de estrellas» repartidas por el halo de numerosas galaxias, incluida la nuestra, cada una de ellas formada por decenas de miles, incluso por millones de soles individuales densamente apretujados en un espacio relativamente pequeño.
Se conocen ya unos 150 cúmulos globulares diferentes en nuestro halo galáctico, y para hacerse una idea de lo densamente empaquetadas que están las estrellas que los forman, baste con decir que si la Tierra se encontrara en el interior de uno de ellos, nuestras noches se verían iluminadas por un tapiz de brillante luz contínua en lugar de por unos cuantos puntos luminosos en un cielo predominantemente negro...
Durante mucho tiempo, y dada la enorme cantidad y variedad de estrellas dentro de estos cúmulos, los investigadores veían muy razonable pensar que también podrían estar llenos de vida, incluso de civilizaciones que podrían haberse aprovechado de las cortas distancias entre las estrellas para construir, con cierta facilidad, complejas y avanzadas sociedades interplanetarias...
Ahora, sin embargo, una nueva investigación ha terminado con estas esperanzas al sugerir que, en realidad, los cúmulos globulares son enormes zonas desérticas, en las que la vida no tiene ninguna oportunidad de prosperar. Un equipo de astrónomos de la Universidad de California y de la San Francisco State University, en efecto, ha estudiado a fondo Omega Centauri, un cúmulo de varios millones de estrellas (el mayor de la Vía Láctea), y ha llegado a la conclusión de que allí no existe ni un solo planeta habitable. Los resultados de la investigación, que serían extrapolables al resto de los cúmulos globulares conocidos, se publicarán próximamente en The Astrophysical Journal y pueden consultarse ya en Arxiv.org.
Estrellas separadas por solo 0,1 años luz
En apariencia, Omega Centauri parece el lugar ideal para lanzarse a la búsqueda de planetas habitables. Más de diez millones de estrellas, muchas de ellas con edades superiores a los 10.000 millones de años y que se encuentran, en su zona central, apenas a 0,1 años luz las unas de las otras. En comparación, la estrella más cercana al Sol está a 4,3 años luz de distancia. Además, la relativa proximidad del cúmulo, a «solo» 17.000 años luz de la Tierra, hacen que Omega Centauri se pueda distinguir a simple vista y que resulte, por lo tanto, especialmente fácil de observar con instrumentos como el Telescopio Espacial Hubble.
En palabras del director de la investigación, Stephen Cane, profesor de astrofísica planetaria en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de California y pionero en la búsqueda de planetas habitables fuera de nuestro Sistema Solar, «a pesar de la gran cantidad de estrellas concentradas en el núcleo de Omega Centauri, la prevalencia de exoplanetas sigue siendo desconocida. Sin embargo, y dado que este tipo de cúmulos estelares compactos existen por todo el Universo, resultan lugares intrigantes para buscar mundos habitables».
La zona de habitabilidad de las estrellas
Los investigadores empezaron por analizar un amplio surtido de 470.000 estrellas en el núcleo de Omega Centauri, prestando especial atención a las 350.000 cuyo color (un indicativo de su temperatura y edad), las hacía potencialmente aptas para albergar planetas con posibilidades de vida. A continuación, los científicos calcularon la «zona de habitabilidad» de cada una de esas estrellas. Es decir, la distancia orbital precisa para que que las temperaturas permitan la existencia de agua líquida en un planeta rocoso, un ingrediente clave para la vida tal y como la conocemos.
Dado que la mayoría de las estrellas del núcleo de Omega Centauri son enanas rojas (estrellas mucho más pequeñas y frías que el Sol), sus zonas habitables están mucho más cerca de ellas que la que rodea a nuestro Sol y que está ocupada por nuestro planeta.
«El núcleo de Omega Centauri -afirma Kane- podría estar poblado por una plétora de sistemas planetarios compactos que albergan mundos en las zonas habitables de las estrella anfitrionas. Un ejemplo de este tipo de sistema es TRAPPIST-1, una versión en miniatura de nuestro propio sistema solar que está a 40 años luz de distancia de nosotros y que actualmente se considera como uno de los lugares más prometedores para buscar vida extraterrestre».
Planetas barridos por estrellas vecinas
Sin embargo, Kane y sus colegas se encontraron con una realidad muy distinta. Y tuvieron que aceptar el hecho de que, a pesar de la aparente naturaleza acogedora de los sistemas planetarios alrededor de enanas rojas ninguno de ellos, por pequeño que sea, podría existir en el núcleo de Omega Centauri. ¿La razón? La distancia media entre las estrellas centrales del cúmulo globular es de apenas 0,16 años luz, (como se ha dicho, la estrella más cercana al Sol está a 4,3 años luz) lo cual significa que todas esas estrellas tienen «encuentros cercanos» con otras estrellas vecinas aproximadamente una vez cada millón de años.
Por lo tanto, concluye el investigador, «la velocidad a la que las estrellas interactúan gravitacionalmente entre sí sería demasiado alta para albergar planetas habitables que fueran estables». De hecho, la mayoría de los planetas que pudieran llegar a formarse alrededor de estas estrellas sería «barrido» en el primer acercamiento de otra estrella vecina.
«Observar cúmulos con tasas de encuentro similares o mayores a los de Omega Centauri -concluye Kane- podría llevar a la misma conclusión. Por lo tanto, será necesario estudiar cúmulos globulares con tasas de encuentro más bajas, lo que podría conducir a una mayor probabilidad de encontrar planetas habitables que sean estables».
Los cúmulos globulares se encuentran, sin duda, entre los objetos más fascinantes de cuantos observan los astrónomos. Se trata de auténticas «esferas de estrellas» repartidas por el halo de numerosas galaxias, incluida la nuestra, cada una de ellas formada por decenas de miles, incluso por millones de soles individuales densamente apretujados en un espacio relativamente pequeño.
Se conocen ya unos 150 cúmulos globulares diferentes en nuestro halo galáctico, y para hacerse una idea de lo densamente empaquetadas que están las estrellas que los forman, baste con decir que si la Tierra se encontrara en el interior de uno de ellos, nuestras noches se verían iluminadas por un tapiz de brillante luz contínua en lugar de por unos cuantos puntos luminosos en un cielo predominantemente negro...
Durante mucho tiempo, y dada la enorme cantidad y variedad de estrellas dentro de estos cúmulos, los investigadores veían muy razonable pensar que también podrían estar llenos de vida, incluso de civilizaciones que podrían haberse aprovechado de las cortas distancias entre las estrellas para construir, con cierta facilidad, complejas y avanzadas sociedades interplanetarias...
Ahora, sin embargo, una nueva investigación ha terminado con estas esperanzas al sugerir que, en realidad, los cúmulos globulares son enormes zonas desérticas, en las que la vida no tiene ninguna oportunidad de prosperar. Un equipo de astrónomos de la Universidad de California y de la San Francisco State University, en efecto, ha estudiado a fondo Omega Centauri, un cúmulo de varios millones de estrellas (el mayor de la Vía Láctea), y ha llegado a la conclusión de que allí no existe ni un solo planeta habitable. Los resultados de la investigación, que serían extrapolables al resto de los cúmulos globulares conocidos, se publicarán próximamente en The Astrophysical Journal y pueden consultarse ya en Arxiv.org.
Estrellas separadas por solo 0,1 años luz
En apariencia, Omega Centauri parece el lugar ideal para lanzarse a la búsqueda de planetas habitables. Más de diez millones de estrellas, muchas de ellas con edades superiores a los 10.000 millones de años y que se encuentran, en su zona central, apenas a 0,1 años luz las unas de las otras. En comparación, la estrella más cercana al Sol está a 4,3 años luz de distancia. Además, la relativa proximidad del cúmulo, a «solo» 17.000 años luz de la Tierra, hacen que Omega Centauri se pueda distinguir a simple vista y que resulte, por lo tanto, especialmente fácil de observar con instrumentos como el Telescopio Espacial Hubble.
En palabras del director de la investigación, Stephen Cane, profesor de astrofísica planetaria en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de California y pionero en la búsqueda de planetas habitables fuera de nuestro Sistema Solar, «a pesar de la gran cantidad de estrellas concentradas en el núcleo de Omega Centauri, la prevalencia de exoplanetas sigue siendo desconocida. Sin embargo, y dado que este tipo de cúmulos estelares compactos existen por todo el Universo, resultan lugares intrigantes para buscar mundos habitables».
La zona de habitabilidad de las estrellas
Los investigadores empezaron por analizar un amplio surtido de 470.000 estrellas en el núcleo de Omega Centauri, prestando especial atención a las 350.000 cuyo color (un indicativo de su temperatura y edad), las hacía potencialmente aptas para albergar planetas con posibilidades de vida. A continuación, los científicos calcularon la «zona de habitabilidad» de cada una de esas estrellas. Es decir, la distancia orbital precisa para que que las temperaturas permitan la existencia de agua líquida en un planeta rocoso, un ingrediente clave para la vida tal y como la conocemos.
Dado que la mayoría de las estrellas del núcleo de Omega Centauri son enanas rojas (estrellas mucho más pequeñas y frías que el Sol), sus zonas habitables están mucho más cerca de ellas que la que rodea a nuestro Sol y que está ocupada por nuestro planeta.
«El núcleo de Omega Centauri -afirma Kane- podría estar poblado por una plétora de sistemas planetarios compactos que albergan mundos en las zonas habitables de las estrella anfitrionas. Un ejemplo de este tipo de sistema es TRAPPIST-1, una versión en miniatura de nuestro propio sistema solar que está a 40 años luz de distancia de nosotros y que actualmente se considera como uno de los lugares más prometedores para buscar vida extraterrestre».
Planetas barridos por estrellas vecinas
Sin embargo, Kane y sus colegas se encontraron con una realidad muy distinta. Y tuvieron que aceptar el hecho de que, a pesar de la aparente naturaleza acogedora de los sistemas planetarios alrededor de enanas rojas ninguno de ellos, por pequeño que sea, podría existir en el núcleo de Omega Centauri. ¿La razón? La distancia media entre las estrellas centrales del cúmulo globular es de apenas 0,16 años luz, (como se ha dicho, la estrella más cercana al Sol está a 4,3 años luz) lo cual significa que todas esas estrellas tienen «encuentros cercanos» con otras estrellas vecinas aproximadamente una vez cada millón de años.
Por lo tanto, concluye el investigador, «la velocidad a la que las estrellas interactúan gravitacionalmente entre sí sería demasiado alta para albergar planetas habitables que fueran estables». De hecho, la mayoría de los planetas que pudieran llegar a formarse alrededor de estas estrellas sería «barrido» en el primer acercamiento de otra estrella vecina.
«Observar cúmulos con tasas de encuentro similares o mayores a los de Omega Centauri -concluye Kane- podría llevar a la misma conclusión. Por lo tanto, será necesario estudiar cúmulos globulares con tasas de encuentro más bajas, lo que podría conducir a una mayor probabilidad de encontrar planetas habitables que sean estables».
Fuente ABC CIENCIA