La mitología griega nos ayuda a identificar los tipos de tiempo que transitamos
Si pensamos en "el tiempo" probablemente se nos aparezca su versión más conocida: el tiempo cronológico. Un tiempo cuantitativo, que se acumula. Minuto tras minuto, hora tras hora, día tras día. Es el tiempo de cuando nos planteamos algo así como "Estudio, me recibo, me caso, tengo un hijo". En los planes que hacemos sobre nuestra vida generalmente el tiempo que imaginamos para que las cosas sucedan es un tiempo lineal. Pero hay otros tipos de tiempos.
Hay también un tiempo circular, donde lo que termina vuelve a empezar. Es un tiempo cíclico y eterno. La naturaleza, con las estaciones, es la mayor muestra de ese tipo de tiempo. Quienes tienen una vocación y la sostienen aunque con una modalidad para cada etapa, hacen uso de él.
La mitología griega nos ayuda a identificar los tipos de tiempo que transitamos
Si pensamos en "el tiempo" probablemente se nos aparezca su versión más conocida: el tiempo cronológico. Un tiempo cuantitativo, que se acumula. Minuto tras minuto, hora tras hora, día tras día. Es el tiempo de cuando nos planteamos algo así como "Estudio, me recibo, me caso, tengo un hijo". En los planes que hacemos sobre nuestra vida generalmente el tiempo que imaginamos para que las cosas sucedan es un tiempo lineal. Pero hay otros tipos de tiempos.
Hay un tiempo cualitativo, que es el de la oportunidad, el de la inspiración, el del acontecimiento. Se trata de un tiempo no lineal: irrumpe, no es parte de un orden donde haya un antes y un después. Lo que en él sucede no suele ser parte del plan. Aparece, pero para cazarlo tenemos que estar atentos. Es esa idea de cómo resolver algo que hasta ahora no tenía solución. Es el instante en que nos animamos a corrernos de lo establecido.
Hay también un tiempo circular, donde lo que termina vuelve a empezar. Es un tiempo cíclico y eterno. La naturaleza, con las estaciones, es la mayor muestra de ese tipo de tiempo. Quienes tienen una vocación y la sostienen aunque con una modalidad para cada etapa, hacen uso de él.
Cronos, Kairós y Aión
La mitología griega ha creado sus deidades para representar estos tres tipos de tiempo. Cronos, el tiempo cronológico. Kairós, el tiempo de la oportunidad. Aión, el tiempo circular. Dos de ellos son parientes: Cronos, el patrón del tiempo lineal, dio vida a varios dioses del Olimpo pero, paradójicamente, no aguantó el paso del tiempo, al punto de comerse a algunos de ellos para que no ocuparan su lugar. Kairós es nieto de Cronos e hijo de Zeus, quien logró que su padre no se lo tragara, lo destronó y lideró el Olimpo. Aión, en cambio, viene de otra parte, ya que surge primero en la mitología fenicia; aparece como niño y al mismo tiempo como anciano: un tiempo sin tiempo.
Cada uno tiene sus sus cosas. El tiempo lineal (Cronos) engrendra vida pero hay que sobrevivir a su voracidad. El tiempo de la inspiración (Kairós) es inestable; aparece y en un instante desaparece. Y si no entendemos el tiempo circular en su esencia (Aión), podemos confundirnos y repetir eternamente algo que nos daña.
Si ponemos en perspectiva la etapa de la vida en que nos encontramos y analizamos el modo en que estamos aplicando los tiempos que nos proponen estos dioses tal vez surgen preguntas como éstas: ¿En qué anda nuestro minuto a minuto, el día a día regido por Cronos? ¿Cuán atentos estamos a los momentos inspiradores en los que aparece la oportunidad de hacer o mirar distinto; o cuán disponibles estamos para observar los acontecimientos que Kairós ofrece como puntos de inflexión? Y Aión nos acerca preguntas tales como: ¿Qué de nosotros puede variar de forma pero en el fondo se perpetúa? ¿Podemos intentar que un proceso valga por sí mismo más allá del objetivo que nos hayamos planteado al iniciarlo? Son interrogantes profundos, que necesitan su ¡tiempo!, y que seguramente ayer no hubieran tenido la misma respuesta que la que tengan hoy ni la que tendrán mañana.
Si pensamos en "el tiempo" probablemente se nos aparezca su versión más conocida: el tiempo cronológico. Un tiempo cuantitativo, que se acumula. Minuto tras minuto, hora tras hora, día tras día. Es el tiempo de cuando nos planteamos algo así como "Estudio, me recibo, me caso, tengo un hijo". En los planes que hacemos sobre nuestra vida generalmente el tiempo que imaginamos para que las cosas sucedan es un tiempo lineal. Pero hay otros tipos de tiempos.
Hay un tiempo cualitativo, que es el de la oportunidad, el de la inspiración, el del acontecimiento. Se trata de un tiempo no lineal: irrumpe, no es parte de un orden donde haya un antes y un después. Lo que en él sucede no suele ser parte del plan. Aparece, pero para cazarlo tenemos que estar atentos. Es esa idea de cómo resolver algo que hasta ahora no tenía solución. Es el instante en que nos animamos a corrernos de lo establecido.
La mitología griega nos ayuda a identificar los tipos de tiempo que transitamos
Si pensamos en "el tiempo" probablemente se nos aparezca su versión más conocida: el tiempo cronológico. Un tiempo cuantitativo, que se acumula. Minuto tras minuto, hora tras hora, día tras día. Es el tiempo de cuando nos planteamos algo así como "Estudio, me recibo, me caso, tengo un hijo". En los planes que hacemos sobre nuestra vida generalmente el tiempo que imaginamos para que las cosas sucedan es un tiempo lineal. Pero hay otros tipos de tiempos.
Hay un tiempo cualitativo, que es el de la oportunidad, el de la inspiración, el del acontecimiento. Se trata de un tiempo no lineal: irrumpe, no es parte de un orden donde haya un antes y un después. Lo que en él sucede no suele ser parte del plan. Aparece, pero para cazarlo tenemos que estar atentos. Es esa idea de cómo resolver algo que hasta ahora no tenía solución. Es el instante en que nos animamos a corrernos de lo establecido.
Hay también un tiempo circular, donde lo que termina vuelve a empezar. Es un tiempo cíclico y eterno. La naturaleza, con las estaciones, es la mayor muestra de ese tipo de tiempo. Quienes tienen una vocación y la sostienen aunque con una modalidad para cada etapa, hacen uso de él.
Cronos, Kairós y Aión
La mitología griega ha creado sus deidades para representar estos tres tipos de tiempo. Cronos, el tiempo cronológico. Kairós, el tiempo de la oportunidad. Aión, el tiempo circular. Dos de ellos son parientes: Cronos, el patrón del tiempo lineal, dio vida a varios dioses del Olimpo pero, paradójicamente, no aguantó el paso del tiempo, al punto de comerse a algunos de ellos para que no ocuparan su lugar. Kairós es nieto de Cronos e hijo de Zeus, quien logró que su padre no se lo tragara, lo destronó y lideró el Olimpo. Aión, en cambio, viene de otra parte, ya que surge primero en la mitología fenicia; aparece como niño y al mismo tiempo como anciano: un tiempo sin tiempo.
Cada uno tiene sus sus cosas. El tiempo lineal (Cronos) engrendra vida pero hay que sobrevivir a su voracidad. El tiempo de la inspiración (Kairós) es inestable; aparece y en un instante desaparece. Y si no entendemos el tiempo circular en su esencia (Aión), podemos confundirnos y repetir eternamente algo que nos daña.
Si ponemos en perspectiva la etapa de la vida en que nos encontramos y analizamos el modo en que estamos aplicando los tiempos que nos proponen estos dioses tal vez surgen preguntas como éstas: ¿En qué anda nuestro minuto a minuto, el día a día regido por Cronos? ¿Cuán atentos estamos a los momentos inspiradores en los que aparece la oportunidad de hacer o mirar distinto; o cuán disponibles estamos para observar los acontecimientos que Kairós ofrece como puntos de inflexión? Y Aión nos acerca preguntas tales como: ¿Qué de nosotros puede variar de forma pero en el fondo se perpetúa? ¿Podemos intentar que un proceso valga por sí mismo más allá del objetivo que nos hayamos planteado al iniciarlo? Son interrogantes profundos, que necesitan su ¡tiempo!, y que seguramente ayer no hubieran tenido la misma respuesta que la que tengan hoy ni la que tendrán mañana.
Volvemos a encontrarnos en quince días de los de Cronos, espero que combinados con un poco de Kairós y de Aión.
Fuente LA NACION