Un año y un día después, la búsqueda llegó a su fin. Cuando el destino de las 44 personas que viajaban como tripulación del submarino ARA San Juan parecía perdido para siempre en la infinidad del océano Atlántico, una empresa privada localizó anoche los restos de la nave a 907 metros de profundidad, a más de 600 kilómetros de la costa de Comodoro Rivadavia , Chubut, 366 días después de que se perdiera el contacto, el 15 de noviembre de 2017.
La información fue confirmada por el Ministerio de Defensa y por la Armada Argentina. "Habiéndose investigado el punto de interés N°24 informado por Ocean Infinity, mediante la observación realizada con un ROV a 800 mts de profundidad, se ha dado identificación positiva al #AraSanJuan", anunciaron. Ocean Infinity es la empresa que fue contratada para la búsqueda y que estaba a punto de abortar la misión. ROV es el acrónimo de Remote Operated Vehicle, un vehículo operado a distancia.
Antes de confirmar públicamente la información de la localización, alrededor de la medianoche, la Armada se comunicó con familiares y allegados de los 44 tripulantesy con la jueza Marta Yáñez, a cargo de la investigación judicial de la desaparición del submarino.
La última comunicación del ARA San Juan había sido el 15 de noviembre del año pasado, mientras viajaba de Ushuaia a la Base Naval Mar del Plata.
Según informó la companía Ocean Infinity, que cobrará 7.5 millones de dólares por el hallazgo, el submarino está a 800 metros de profundidad en el Atlántico Sur, a unas 250 millas náuticas (460 kilómetros) del golfo chubutense de San Jorge, donde se había montado el centro de operaciones durante la búsqueda. Es un punto que ya habían revisado, pero no lo habían encontrado. Fueron los familiares quienes insistieron en el retorno al lugar, un área acotada donde se suponía que podía estar el submarino.
El trabajo de la empresa de Estados Unidos había comenzado el 8 de septiembre a unas 300 millas náuticas de Comodoro Rivadavia. Hasta ahí habían llegado a bordo del barco noruego Seabed Constructor 40 integrantes de la firma, entre marinos y técnicos, acompañados de cuatro veedores de los familiares y tres del Estado.
Para la búsqueda trajeron la última tecnología disponible. Mapearon casi 7 mil kilómetros cuadrados de lecho marino con cinco vehículos submarinos autónomos.
Tras navegar cuarenta horas en promedio, los vehículos submarinos autónomos (Autonomous Underwater Vehicle -AUV-) eran recuperados del mar cuando se acababa la batería. Una vez arriba del buque, se descargaban los datos recabados por el sonar de barrido lateral, la sonda multihaz y el magnetómetro. Esto demoraba unas cuatro horas. El procesamiento posterior llevaba entre 10 y 12 horas más. En base a estos datos se definían los "puntos de interés" que eran investigados por los ROV, con cámaras de video de alta definición que transmitían imágenes en vivo.
Los "puntos de interés" se calificaban en una escala de cinco niveles: la clase "A" correspondía a la identificación del submarino, la "B" correspondía a una "probabilidad alta", la "C", "probabilidad fuerte"; la "D", "improbable compatibilidad", y la "E", "identificado como incompatible". Hasta dar con el ARA San Juan se descartaron 24 puntos, en su mayoría, formaciones geológicas.
Con la localización, horas antes de finalizar la primera fase de la búsqueda, la firma cumplió con su contrato. El Gobierno deberá evaluar ahora la factibilidad de recuperar el submarino, una operación compleja.
Qué pasó según los expertos
A un mes del último contacto con la nave, el Ministerio de Defensa había impulsado la creación de una comisión investigadora - ad honorem- para intentar reconstruir lo sucedido. Los tres expertos concluyeron que una serie de hechos, algunos simultáneos y otros concatenados, llevaron a la implosión del submarino.
Los integrantes del equipo analizaron casos anteriores y bibliografía internacional. Se reunieron con otros expertos internacionales, con personas que llevaron adelante la reparación de media vida del submarino y estuvieron en contacto con la Organización del Tratado de Prohibición de Ensayos Nucleares ( CTBTO, por sus siglas en inglés), que detectó una "anomalía hidroacústica" el 15 de noviembre de 2017.
Según el documento, la serie de hechos comenzó con un incendio en el tanque de baterías ubicado en la proa del submarino. El incidente habría sido provocado por la entrada de agua a través del snorkel. El 14 de noviembre de 2017 hubo un temporal desde el sudoeste, es decir que la nave en superficie debía navegar hacia el noreste para que las olas afectaran menos la navegación. El incendio obligó a que el ARA San Juan saliera a superficie, de noche y en medio de una tormenta. En la oscuridad y con clima hostil, controlar ese incidente y sacar el humo y el hidrógeno podría haber llevado horas. Según el reporte, cuando se pudo controlar la situación -aunque sea parcialmente-, el submarino fue a inmersión con la intención de navegar hacia Mar del Plata y seguir trabajando en las reparaciones. Para los expertos, llegado este punto, la tripulación acumulaba desgaste "físico y psíquico" por haber estado en esa situación toda la noche. Eso no fue reportado en la última comunicación, que fue a las 8.52 del 15 de noviembre.
La comisión investigadora concluyó que en algún momento después de las 8.52 se habría reavivado el incendio o se habría desatado uno nuevo. Otra vez a oscuras, con la tripulación cansada, una nueva explosión podría haber generado descontrol. Ante esa situación, se perdió o se vio afectado el "sistema de gobierno" de la embarcación.
Según la comisión investigadora, la explosión detectada en realidad fue una implosión y el abollamiento del casco por la presión del agua. Eso es lo que se pudo chequear a través del CTBTO. Ahora, ante el hallazgo de los restos del submarino, tal vez puedan terminar de reconstruir qué ocurrió.
La distancia entre el lugar de la explosión y el del hallazgo
El lugar donde habría implosionado el submarino ARA San Juan, está a 41 kilómetros del lugar donde lo encontraron anoche.
La información fue confirmada por el Ministerio de Defensa y por la Armada Argentina. "Habiéndose investigado el punto de interés N°24 informado por Ocean Infinity, mediante la observación realizada con un ROV a 800 mts de profundidad, se ha dado identificación positiva al #AraSanJuan", anunciaron. Ocean Infinity es la empresa que fue contratada para la búsqueda y que estaba a punto de abortar la misión. ROV es el acrónimo de Remote Operated Vehicle, un vehículo operado a distancia.
Antes de confirmar públicamente la información de la localización, alrededor de la medianoche, la Armada se comunicó con familiares y allegados de los 44 tripulantesy con la jueza Marta Yáñez, a cargo de la investigación judicial de la desaparición del submarino.
La última comunicación del ARA San Juan había sido el 15 de noviembre del año pasado, mientras viajaba de Ushuaia a la Base Naval Mar del Plata.
Según informó la companía Ocean Infinity, que cobrará 7.5 millones de dólares por el hallazgo, el submarino está a 800 metros de profundidad en el Atlántico Sur, a unas 250 millas náuticas (460 kilómetros) del golfo chubutense de San Jorge, donde se había montado el centro de operaciones durante la búsqueda. Es un punto que ya habían revisado, pero no lo habían encontrado. Fueron los familiares quienes insistieron en el retorno al lugar, un área acotada donde se suponía que podía estar el submarino.
El trabajo de la empresa de Estados Unidos había comenzado el 8 de septiembre a unas 300 millas náuticas de Comodoro Rivadavia. Hasta ahí habían llegado a bordo del barco noruego Seabed Constructor 40 integrantes de la firma, entre marinos y técnicos, acompañados de cuatro veedores de los familiares y tres del Estado.
Para la búsqueda trajeron la última tecnología disponible. Mapearon casi 7 mil kilómetros cuadrados de lecho marino con cinco vehículos submarinos autónomos.
Tras navegar cuarenta horas en promedio, los vehículos submarinos autónomos (Autonomous Underwater Vehicle -AUV-) eran recuperados del mar cuando se acababa la batería. Una vez arriba del buque, se descargaban los datos recabados por el sonar de barrido lateral, la sonda multihaz y el magnetómetro. Esto demoraba unas cuatro horas. El procesamiento posterior llevaba entre 10 y 12 horas más. En base a estos datos se definían los "puntos de interés" que eran investigados por los ROV, con cámaras de video de alta definición que transmitían imágenes en vivo.
Los "puntos de interés" se calificaban en una escala de cinco niveles: la clase "A" correspondía a la identificación del submarino, la "B" correspondía a una "probabilidad alta", la "C", "probabilidad fuerte"; la "D", "improbable compatibilidad", y la "E", "identificado como incompatible". Hasta dar con el ARA San Juan se descartaron 24 puntos, en su mayoría, formaciones geológicas.
Con la localización, horas antes de finalizar la primera fase de la búsqueda, la firma cumplió con su contrato. El Gobierno deberá evaluar ahora la factibilidad de recuperar el submarino, una operación compleja.
Qué pasó según los expertos
A un mes del último contacto con la nave, el Ministerio de Defensa había impulsado la creación de una comisión investigadora - ad honorem- para intentar reconstruir lo sucedido. Los tres expertos concluyeron que una serie de hechos, algunos simultáneos y otros concatenados, llevaron a la implosión del submarino.
Los integrantes del equipo analizaron casos anteriores y bibliografía internacional. Se reunieron con otros expertos internacionales, con personas que llevaron adelante la reparación de media vida del submarino y estuvieron en contacto con la Organización del Tratado de Prohibición de Ensayos Nucleares ( CTBTO, por sus siglas en inglés), que detectó una "anomalía hidroacústica" el 15 de noviembre de 2017.
Según el documento, la serie de hechos comenzó con un incendio en el tanque de baterías ubicado en la proa del submarino. El incidente habría sido provocado por la entrada de agua a través del snorkel. El 14 de noviembre de 2017 hubo un temporal desde el sudoeste, es decir que la nave en superficie debía navegar hacia el noreste para que las olas afectaran menos la navegación. El incendio obligó a que el ARA San Juan saliera a superficie, de noche y en medio de una tormenta. En la oscuridad y con clima hostil, controlar ese incidente y sacar el humo y el hidrógeno podría haber llevado horas. Según el reporte, cuando se pudo controlar la situación -aunque sea parcialmente-, el submarino fue a inmersión con la intención de navegar hacia Mar del Plata y seguir trabajando en las reparaciones. Para los expertos, llegado este punto, la tripulación acumulaba desgaste "físico y psíquico" por haber estado en esa situación toda la noche. Eso no fue reportado en la última comunicación, que fue a las 8.52 del 15 de noviembre.
La comisión investigadora concluyó que en algún momento después de las 8.52 se habría reavivado el incendio o se habría desatado uno nuevo. Otra vez a oscuras, con la tripulación cansada, una nueva explosión podría haber generado descontrol. Ante esa situación, se perdió o se vio afectado el "sistema de gobierno" de la embarcación.
Según la comisión investigadora, la explosión detectada en realidad fue una implosión y el abollamiento del casco por la presión del agua. Eso es lo que se pudo chequear a través del CTBTO. Ahora, ante el hallazgo de los restos del submarino, tal vez puedan terminar de reconstruir qué ocurrió.
La distancia entre el lugar de la explosión y el del hallazgo
El lugar donde habría implosionado el submarino ARA San Juan, está a 41 kilómetros del lugar donde lo encontraron anoche.
Fuente LA NACION