La glándula pineal, o epífisis, es un órgano atrofiado del tamaño de un piñón situado justo en el centro geométrico de nuestro encéfalo.
Sin embargo, los últimos descubrimientos científicos, unidos al cada día más popular asunto de lo ultradimensional, la han puesto de moda.
Hoy sabemos que su misión biológica es la secreción interna de melatonina, hormona cuya cantidad disminuye con la edad y que está relacionada con la regulación de los ciclos de vigilia y sueño (ritmos circadianos) y con los procesos de la pubertad, además de ser un poderoso antioxidante y participante en la apoptosis de células cancerosas en el timo.
Es una glándula fotosensible, es decir, responde a las variaciones de luz que se dan a nuestro alrededorp.
De esta manera, se activa en la oscuridad para segregar melatonina, la cual nos induce a un estado de calma e introspección. Los últimos estudios científicos insisten en que la glándula pineal es también un magnetorreceptor, es decir, resulta sensible a los campos magnéticos y transforma sus ondas en estímulos neuroquímicos.
Los estudios realizados han llevado a concluir que las alteraciones electromagnéticas, al igual que lo hace la luz, interrumpen el proceso de secreción de melatonina.
Una exposición continuada y la consiguiente reducción de actividad en la glándula pineal provoca casos habituales de fatiga, estrés, trastornos del humor, trastornos del sueño, rendimiento profesional disminuido, depresión e incluso riesgos de padecer cánceres como el de mama. No sólo hemos de tener cuidado con las alteraciones provocadas por los campos electromagnéticos artificiales (antenas, telefonía, radares, etc.), sino también con las variaciones de los campos magnéticos naturales, como pueden ser las provocadas por fuertes tormentas solares.
Así, la glándula pineal sería receptiva no sólo a las ondas emanadas del campo geomagnético, sino a otras tan importantes como la resonancia Schumman, las micropulsaciones de origen cósmico y cualquier campo ELF o de baja frecuencia en general.
Sin embargo, los últimos descubrimientos científicos, unidos al cada día más popular asunto de lo ultradimensional, la han puesto de moda.
Hoy sabemos que su misión biológica es la secreción interna de melatonina, hormona cuya cantidad disminuye con la edad y que está relacionada con la regulación de los ciclos de vigilia y sueño (ritmos circadianos) y con los procesos de la pubertad, además de ser un poderoso antioxidante y participante en la apoptosis de células cancerosas en el timo.
Es una glándula fotosensible, es decir, responde a las variaciones de luz que se dan a nuestro alrededorp.
De esta manera, se activa en la oscuridad para segregar melatonina, la cual nos induce a un estado de calma e introspección. Los últimos estudios científicos insisten en que la glándula pineal es también un magnetorreceptor, es decir, resulta sensible a los campos magnéticos y transforma sus ondas en estímulos neuroquímicos.
Los estudios realizados han llevado a concluir que las alteraciones electromagnéticas, al igual que lo hace la luz, interrumpen el proceso de secreción de melatonina.
Una exposición continuada y la consiguiente reducción de actividad en la glándula pineal provoca casos habituales de fatiga, estrés, trastornos del humor, trastornos del sueño, rendimiento profesional disminuido, depresión e incluso riesgos de padecer cánceres como el de mama. No sólo hemos de tener cuidado con las alteraciones provocadas por los campos electromagnéticos artificiales (antenas, telefonía, radares, etc.), sino también con las variaciones de los campos magnéticos naturales, como pueden ser las provocadas por fuertes tormentas solares.
Así, la glándula pineal sería receptiva no sólo a las ondas emanadas del campo geomagnético, sino a otras tan importantes como la resonancia Schumman, las micropulsaciones de origen cósmico y cualquier campo ELF o de baja frecuencia en general.
Fuente ALFAOMEGA MC
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Glándulas