Los azúcares y las grasas son los combustibles primarios que energizan a cada célula, tejido y órgano. Para la mayoría de las células, el azúcar es la fuente de energía preferida, pero cuando los nutrientes escasean, como en el caso de la inanición o el ejercicio físico extremo, las células cambian a la descomposición de las grasas como fuente principal de energía.
Todavía no se conocen del todo los mecanismos que permiten a las células reorganizar su metabolismo en respuesta a los cambios en la disponibilidad de recursos energéticos, pero una nueva investigación revela una consecuencia sorprendente cuando se desactiva uno de esos mecanismos: una mayor capacidad para el ejercicio físico de resistencia.
El equipo de Marcia Haigis, de la Escuela Médica de la Universidad Harvard en Estados Unidos, ha identificado un papel fundamental de la enzima prolil hidroxilasa 3 (PHD3) en la detección de la disponibilidad de nutrientes y la regulación de la capacidad de las células musculares para descomponer las grasas. Cuando los nutrientes son abundantes, la PHD3 actúa como un freno que mantiene en “stand-by” la maquinaria para descomponer grasas, por resultar innecesaria en situaciones normales.
Este freno deja de operar cuando el combustible está bajo y se necesita más energía, como sucede mientras la persona realiza ejercicio físico de cierta magnitud.
Sorprendentemente, el bloqueo de la producción de PHD3 en ratones lleva a mejoras espectaculares en ciertos parámetros de aptitud física, según ha mostrado la investigación. En comparación con sus compañeros de camada normales, los ratones que carecían de la enzima PHD3 corrían un 40 por ciento más y un 50 por ciento más lejos en las cintas móviles y tenían un mayor valor en un marcador de resistencia aeróbica que mide la máxima captación de oxígeno durante el ejercicio físico.
El entrenamiento permite aumentar la capacidad de realizar ejercicio físico. Los resultados del nuevo estudio sugieren que puede haber una especie de “atajo” para conseguir lo mismo.
"Nuestros resultados sugieren que la inhibición de la PHD3 en todo el cuerpo o en el músculo esquelético es beneficiosa para el buen estado físico en términos de capacidad de efectuar ejercicio de resistencia, tiempo transcurrido antes de que la fatiga obligue a parar y distancia recorrida corriendo ", explica Haigis.
Sin embargo, se necesita investigar más para dilucidar si esta vía puede ser manipulada en humanos para mejorar la función muscular en casos de enfermedad, tal como advierten los autores del estudio.
Se desconoce si hay algún efecto negativo de la inacción de la PHD3. Averiguar si la PHD3 puede ser manipulada en humanos (para mejorar el rendimiento en actividades deportivas o como tratamiento para ciertas enfermedades) requerirá investigaciones adicionales en diversos contextos, tal como advierten Haigis y sus colegas.
No está claro si la inacción de PHD3 desencadena otros cambios, como la pérdida de peso, la disminución de azúcar en sangre y cambios en otros marcadores metabólicos, que ahora están siendo explorados por el equipo.
Todavía no se conocen del todo los mecanismos que permiten a las células reorganizar su metabolismo en respuesta a los cambios en la disponibilidad de recursos energéticos, pero una nueva investigación revela una consecuencia sorprendente cuando se desactiva uno de esos mecanismos: una mayor capacidad para el ejercicio físico de resistencia.
El equipo de Marcia Haigis, de la Escuela Médica de la Universidad Harvard en Estados Unidos, ha identificado un papel fundamental de la enzima prolil hidroxilasa 3 (PHD3) en la detección de la disponibilidad de nutrientes y la regulación de la capacidad de las células musculares para descomponer las grasas. Cuando los nutrientes son abundantes, la PHD3 actúa como un freno que mantiene en “stand-by” la maquinaria para descomponer grasas, por resultar innecesaria en situaciones normales.
Este freno deja de operar cuando el combustible está bajo y se necesita más energía, como sucede mientras la persona realiza ejercicio físico de cierta magnitud.
Sorprendentemente, el bloqueo de la producción de PHD3 en ratones lleva a mejoras espectaculares en ciertos parámetros de aptitud física, según ha mostrado la investigación. En comparación con sus compañeros de camada normales, los ratones que carecían de la enzima PHD3 corrían un 40 por ciento más y un 50 por ciento más lejos en las cintas móviles y tenían un mayor valor en un marcador de resistencia aeróbica que mide la máxima captación de oxígeno durante el ejercicio físico.
El entrenamiento permite aumentar la capacidad de realizar ejercicio físico. Los resultados del nuevo estudio sugieren que puede haber una especie de “atajo” para conseguir lo mismo.
"Nuestros resultados sugieren que la inhibición de la PHD3 en todo el cuerpo o en el músculo esquelético es beneficiosa para el buen estado físico en términos de capacidad de efectuar ejercicio de resistencia, tiempo transcurrido antes de que la fatiga obligue a parar y distancia recorrida corriendo ", explica Haigis.
Sin embargo, se necesita investigar más para dilucidar si esta vía puede ser manipulada en humanos para mejorar la función muscular en casos de enfermedad, tal como advierten los autores del estudio.
Se desconoce si hay algún efecto negativo de la inacción de la PHD3. Averiguar si la PHD3 puede ser manipulada en humanos (para mejorar el rendimiento en actividades deportivas o como tratamiento para ciertas enfermedades) requerirá investigaciones adicionales en diversos contextos, tal como advierten Haigis y sus colegas.
No está claro si la inacción de PHD3 desencadena otros cambios, como la pérdida de peso, la disminución de azúcar en sangre y cambios en otros marcadores metabólicos, que ahora están siendo explorados por el equipo.
Fuente NCYT