El lenguaje de los colores es universal

Todas las personas reaccionan emocionalmente de la misma forma ante los mismos colores, aunque vivan en países diferentes y tengan culturas distintas.

La especie humana reacciona emocionalmente de la misma forma ante los mismos colores, ha descubierto una investigación publicada en la revista Psychological Science.

El estudio internacional fue dirigido por Domicele Jonauskaite y la profesora Christine Mohr de la Universidad de Lausana, Suiza. El equipo incluyó investigadores de 30 países.

La literatura científica sobre la relación que existe entre los colores y las emociones es amplia. Identifica claramente los colores con determinadas reacciones emocionales: el rojo se asocia con el amor y la ira, el amarillo con la alegría, el negro y el gris con la tristeza y el blanco con la serenidad.

Lenguaje universal

La nueva investigación, realizada con a 4.598 participantes de 30 países, confirma que esa asociación es compartida por todas las personas, independientemente de su cultura y lugar de nacimiento: el lenguaje emocional de los colores es universal.

No obstante, hay matices: por ejemplo, el color blanco está mucho más asociado con la tristeza en China que en otros países, y lo mismo se aplica con el color púrpura en Grecia.

«Esto puede deberse a que en China se usa ropa blanca en los funerales y el color púrpura oscuro se usa en la Iglesia Ortodoxa Griega durante los períodos de luto», explica Oberfeld-Twistel, uno de los investigadores, en un comunicado de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz (JGU).

Otro matiz es el clima: el amarillo tiende a estar más asociado con la emoción de la alegría en los países que ven menos luz solar, mientras que la asociación es más débil en las naciones que tienen mayor exposición a los rayos solares.

La geografía matiza

La Inteligencia Artificial aplicada a esta investigación descubrió también otra particularidad: las diferencias de matices emocionales respecto a los colores aumentan cuando las personas están geográficamente alejadas entre sí, y también cuando los idiomas que hablan son asimismo muy diferentes.

Y la sorpresa final: el marrón es el color menos emocional que existe. La mayoría de los participantes, en una variedad de países diferentes, sintieron poca o ninguna emoción mientras miraban el color marrón.

Oberfeld-Twistel señala que es difícil decir exactamente cuáles son las causas de las similitudes y diferencias globales sobre las reacciones emocionales ante los diferentes colores.

«Existe una gama de posibles factores que influyen: idioma, cultura, religión, clima, la historia del desarrollo humano, el sistema de percepción humano», explica.

Consenso global

A pesar de todo, la investigación estableció un consenso global significativo sobre las reacciones emocionales de todas las personas ante los mismos colores.

Nunca se ha realizado un estudio similar de este alcance, dice el Oberfeld-Twistel: «nos permitió obtener una visión general completa y establecer que las asociaciones de color y emoción son sorprendentemente similares en todo el mundo».

Los científicos informan que se les pidió a los participantes que completaran un cuestionario en línea, que implicaba asignar hasta 20 emociones a doce matices de colores diferentes.

También se pidió a los participantes que especificaran la intensidad con la que asociaban el término de color con la emoción.

Luego, los investigadores calcularon los promedios nacionales de los datos y los compararon con el promedio mundial y obtuvieron la revelación que aporta este estudio.

Aplicaciones

El resultado de esta investigación puede tener diversas aplicaciones, especialmente en el campo de la psicología, dado que los colores pueden hacernos sentir felices o tristes, y pueden hacernos sentir también inquietos o relajados. Sobre esto trabaja la así llamada psicología del color.

Las reacciones emocionales ante los colores tienen su origen en efectos psicológicos, condicionamientos biológicos e impronta cultural. Ahora sabemos que estos efectos responden a un patrón compartido por toda la especie humana.

Hay que tener en cuenta, no obstante, que, aunque estos resultados son reveladores, la relación total entre los colores y las emociones sigue siendo un misterio.

Los autores del estudio dicen que se necesita mucha más investigación antes de que se puedan sacar conclusiones sobre cuándo o cómo estas asociaciones (y matices) se arraigaron en la naturaleza humana.




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