Los 10 objetos más brillantes del cielo

Existen dos medidas de magnitud para indicar qué tanto brilla una estrella, o un objeto celeste: la magnitud aparente y la magnitud absoluta. ¿Qué describen estas escalas y cómo se mide el brillo de las estrellas?

LA MAGNITUD APARENTE
Como su nombre lo indica, la magnitud aparente describe lo que percibimos desde la Tierra. Es el valor utilizado para la observación directa, que describe la luz que vemos.

Se trata de una escala que fue determinada en 1856 por un astrónomo inglés Norman Pogson, quien a su vez se basó en las anotaciones del griego Hiparco, quien observó y catalogó los brillos de 850 estrellas hace milenios, en el siglo II a.C.
Lo del griego fue hecho, por supuesto, “a ojo”, pero fue un método muy útil. Los grados de magnitud eran relativos, los valores comparaban los brillos de las estrellas.

Fijó la proporción entre las diferentes magnitudes en 2.512, así que una diferencia de magnitud 5 es lo mismo que multiplicar por 100 la luminosidad (2.512 a la potencia de 5).

Para clasificar mejor las estrellas más luminosas (las que se agrupaban en la primera categoría de Hiparco), Pogson atribuyó números negativos a esas estrellas. Por ejemplo, Sirio (la más luminosa) tiene una magnitud aparente de -1.46.

Por eso nos encontramos con que, cuanto más bajo el valor de la magnitud aparente, más brillante es la estrella, o planeta, o lo que fuese.

Cada intervalo de magnitud está delimitado por el valor intermedio entre dos magnitudes, por eso una estrella de segunda magnitud tiene entre 1.50 y 2.49 como valor.

Cualquier estrella más brillante que la magnitud 1.5 (es decir, de valor más bajo), se califica como de primera magnitud.

En cuanto a la visibilidad, las estrellas de magnitud 4 y 5 apenas se logran ver a simple vista. Incluso no se llegan a ver si las condiciones de visibilidad no son las óptimas.

Y además de tener en cuenta las condiciones del cielo, también hay que considerar la posición de la estrella, que como todos los cuerpos celestes realizan un movimiento aparente a lo largo de la noche sobre la bóveda celeste.

Como siempre, el mejor momento para observarlos es cuando están en el cénit, el punto más alto de su recorrido, sobre la cabeza del observador.

Es en ese momento en el que las estrellas brillan más y cuando se toma en cuenta su magnitud aparente. Al descender hacia el horizonte, el brillo de las estrellas, planetas y objetos celestes disminuye considerablemente.

LA MAGNITUD ABSOLUTA
Pero la magnitud aparente es engañosa, no nos dice cuánto brilla realmente una estrella, cuántos rayos de luz emite en comparación a los otros soles.
Las estrellas más cercanas pueden parecer mucho más luminosas desde la Tierra en comparación a una más lejana pero bestialmente gigante. Y también entran en juego los colores de las estrellas.

Para abandonar el relativismo de la magnitud aparente, se creó otro sistema que funciona como si el observador tomase las estrellas y las colocara enfrente suyo (a unos 32 años luz), una al lado de la otra, para así darse cuenta cuál es la estrella más brillante realmente.

En esta escala de magnitudes absolutas (M) nos vamos a encontrar con que Sirio, la estrella más brillante del cielo con -1.46 de magnitud aparente, tiene una luminosidad real mucho menor que la de, por ejemplo, otras estrellas conocidas que encontramos cerca, como Rigel, Betelgeuse o Bellatrix, todas en Orión.
Sirio está a apenas 8,6 años luz de la Tierra, y son en realidad dos estrellas de tamaños relativamente similares a los del Sol. Rigel, en cambio, está a 860 años luz y tiene un radio de 74 soles. Pero se ve menos brillante que Sirio.

Sirio es 25 veces más luminosa que el Sol, y Rigel es 85.000 veces más luminosa que el Sol.
Y siempre hay un pez más gordo. Betelgeuse, que en el cielo aparentemente brilla un poco menos que Rigel (ambas en la constelación de Orión), es en realidad una supergigante roja de -6 de magnitud absoluta, una estrella varias veces más grande que Rigel, aunque la veamos más ténue.




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