Queremos recordar hoy a Héctor Maldonado, quien nació el 27 de febrero de 1927 en la Ciudad de Buenos Aires y falleció el 25 de diciembre de 2010 en la misma ciudad. Su trabajo académico es reconocido a nivel internacional y es considerado uno de los neurobiólogos más brillantes de su época. Maldonado obtuvo la licenciatura en Ciencias Biológicas en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA en 1958 y culminó su tesis doctoral en 1962 en el University College of London en Inglaterra.
El cambio que se produjo en el Departamento de Biología fue extraordinario, como si abriera una ventana por la que entraba luz, aire fresco, entusiasmo y nuevas posibilidades. Los estudiantes que cursaban la licenciatura en Cs. Biológicas tenían muy pocas opciones de orientaciones para elegir en el ciclo superior. Sólo podían elegir entre Zoología y Botánica y los programas de las materias tenían décadas de atraso. Maldonado creó el nuevo plan de estudios de la carrera de Ciencias Biológicas, impuso la enseñanza de la evolución y la macro-evolución, de la biología molecular, de la ecología de poblaciones y ecosistemas y se abrieron especializaciones inexistentes. Como parte de este proyecto de investigación, convocó a especialistas argentinos que vivían en el exterior para dictar materias de primer nivel.
Por otro lado, estableció un consejo departamental para que rigiera democráticamente la vida interna del departamento e impuso una encuesta de evaluación de los docentes por los estudiantes al final de cada cursada (EADI). Pero lo más importante, a través de este proceso de “sacudida intelectual” inspiró a muchos estudiantes e investigadores a emprender su carrera con pasión. Creó la cátedra de Fisiología del Comportamiento y en 2008, fue designado Profesor Emérito de la UBA. En reconocimiento a la esencial contribución que tuvo en la renovación de la licenciatura de Cs. Biológicas, el Departamento de Fisiología, Biología Molecular y Celular se llama “Dr. Héctor Maldonado”
En cuanto a su trabajo de investigación en neurociencias, fundó y dirigió el Laboratorio de Neurobiología de la Memoria hasta su fallecimiento. Si bien este laboratorio estaba formado por distintos grupos, todos tenían un objetivo común: el estudio de la memoria animal. En particular, el laboratorio centró sus estudios en los procesos de memoria del cangrejo Neohelice granulata, principalmente uno que se conoce como “reconsolidación de la memoria”. En otras palabras, cómo puede modificarse una memoria en el tiempo.
¿Cómo es que se estudia la memoria en este cangrejo, si nos interesa lo que le sucede a los humanos? ¿Cómo es que se traslada este conocimiento a otros estudios sobre las ratas, los ratones y los hombres? Hay una cantidad de principios de funcionamiento celular y molecular que son iguales en cangrejos, en ratas, en humanos o en elefantes, y lo mismo en lo que se refiere a las pautas generales del comportamiento.
Durante más de un siglo se sostuvo un dogma en la neurobiología de la memoria: cuando uno aprendía algo, existía inmediatamente después de la experiencia un proceso de consolidación de la memoria y es que esta se consolidaba de una vez para siempre. Es decir, los animales acumulaban nuevas memorias sobre las memorias viejas, que quedaban fijas en su lugar, sin cambiar. Esa teoría se basaba en que la memoria era algo estático.
Sin embargo, posteriormente distintos trabajos hicieron pensar a los investigadores que la memoria una vez consolidada se podía destruir. Lo que se empezó a ver es que cuando se evocaba la memoria, se podía provocar la apertura de un recuerdo por un período corto de tiempo. A este fenómeno se lo conoce como “labilización” de la memoria.
Este mecanismo se convirtió en el gran proceso reparador. La memoria no es sólo aquello que aprendemos en algún momento, sino que ese recuerdo está permanentemente siendo puesto a prueba. Estos hallazgos produjeron un gran interés clínico ya que, a través de la labilización de la memoria, podríamos llegar a un recuerdo y destruir o modificar ese pasado evocado. También se podría utilizar para modificar memorias asociadas con trastornos de ansiedad, adicciones o memorias traumáticas. En algunos casos, posiblemente las memorias asociadas a desórdenes emocionales (como por ejemplo el trastorno de estrés postraumático) serían, por sus características, muy difíciles de labilizar.
Para describir a este notable investigador en pocas palabras podríamos decir que su vida se desarrolló entre el conocimiento y el compromiso político. Vivió en el exilio impuesto por las dictaduras del ’66 y del ’76 y, al volver a la Argentina, revolucionó la enseñanza superior de la biología en nuestro país. En el año 1984, Maldonado fue nombrado director del Departamento de Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA con el objetivo de renovarlo y de instaurar una enseñanza de la biología moderna, competitiva y de excelencia, al nivel de cualquier universidad internacional.
El cambio que se produjo en el Departamento de Biología fue extraordinario, como si abriera una ventana por la que entraba luz, aire fresco, entusiasmo y nuevas posibilidades. Los estudiantes que cursaban la licenciatura en Cs. Biológicas tenían muy pocas opciones de orientaciones para elegir en el ciclo superior. Sólo podían elegir entre Zoología y Botánica y los programas de las materias tenían décadas de atraso. Maldonado creó el nuevo plan de estudios de la carrera de Ciencias Biológicas, impuso la enseñanza de la evolución y la macro-evolución, de la biología molecular, de la ecología de poblaciones y ecosistemas y se abrieron especializaciones inexistentes. Como parte de este proyecto de investigación, convocó a especialistas argentinos que vivían en el exterior para dictar materias de primer nivel.
Por otro lado, estableció un consejo departamental para que rigiera democráticamente la vida interna del departamento e impuso una encuesta de evaluación de los docentes por los estudiantes al final de cada cursada (EADI). Pero lo más importante, a través de este proceso de “sacudida intelectual” inspiró a muchos estudiantes e investigadores a emprender su carrera con pasión. Creó la cátedra de Fisiología del Comportamiento y en 2008, fue designado Profesor Emérito de la UBA. En reconocimiento a la esencial contribución que tuvo en la renovación de la licenciatura de Cs. Biológicas, el Departamento de Fisiología, Biología Molecular y Celular se llama “Dr. Héctor Maldonado”
En cuanto a su trabajo de investigación en neurociencias, fundó y dirigió el Laboratorio de Neurobiología de la Memoria hasta su fallecimiento. Si bien este laboratorio estaba formado por distintos grupos, todos tenían un objetivo común: el estudio de la memoria animal. En particular, el laboratorio centró sus estudios en los procesos de memoria del cangrejo Neohelice granulata, principalmente uno que se conoce como “reconsolidación de la memoria”. En otras palabras, cómo puede modificarse una memoria en el tiempo.
¿Cómo es que se estudia la memoria en este cangrejo, si nos interesa lo que le sucede a los humanos? ¿Cómo es que se traslada este conocimiento a otros estudios sobre las ratas, los ratones y los hombres? Hay una cantidad de principios de funcionamiento celular y molecular que son iguales en cangrejos, en ratas, en humanos o en elefantes, y lo mismo en lo que se refiere a las pautas generales del comportamiento.
Durante más de un siglo se sostuvo un dogma en la neurobiología de la memoria: cuando uno aprendía algo, existía inmediatamente después de la experiencia un proceso de consolidación de la memoria y es que esta se consolidaba de una vez para siempre. Es decir, los animales acumulaban nuevas memorias sobre las memorias viejas, que quedaban fijas en su lugar, sin cambiar. Esa teoría se basaba en que la memoria era algo estático.
Sin embargo, posteriormente distintos trabajos hicieron pensar a los investigadores que la memoria una vez consolidada se podía destruir. Lo que se empezó a ver es que cuando se evocaba la memoria, se podía provocar la apertura de un recuerdo por un período corto de tiempo. A este fenómeno se lo conoce como “labilización” de la memoria.
Los trabajos realizados por Maldonado y sus colaboradores mostraron que se podía provocar la labilización y durante ese período el recuerdo se podía reorganizar. A este proceso se lo denomina reconsolidación. Esta capacidad de modificar recuerdos implica la actualización de la información previamente almacenada ya sea por incorporación de nueva información o fortaleciendo la ya anteriormente guardada, porque resulta muy importante para la supervivencia de un animal si alguna de las cosas que espera del medio falla o cambia.
Este mecanismo se convirtió en el gran proceso reparador. La memoria no es sólo aquello que aprendemos en algún momento, sino que ese recuerdo está permanentemente siendo puesto a prueba. Estos hallazgos produjeron un gran interés clínico ya que, a través de la labilización de la memoria, podríamos llegar a un recuerdo y destruir o modificar ese pasado evocado. También se podría utilizar para modificar memorias asociadas con trastornos de ansiedad, adicciones o memorias traumáticas. En algunos casos, posiblemente las memorias asociadas a desórdenes emocionales (como por ejemplo el trastorno de estrés postraumático) serían, por sus características, muy difíciles de labilizar.
Por Alejandra Castro
Fuente ESPARCIENCIA