Debido a que es probable que coexistan con otros problemas médicos requieren atención altamente coordinada en todas las disciplinas
El alcance, la magnitud y la velocidad de la pandemia de COVID-19 han sido asombrosos y continúan evolucionando rápidamente. Hasta la fecha, más de 80 millones de personas han sido infectadas con el síndrome respiratorio agudo severo coronavirus-2 (SARS-CoV-2) en todo el mundo y al menos 1,7 millones han muerto.
En consecuencia, es probable que no se aprecie el impacto total de esta catástrofe mundial de enfermedades infecciosas en los próximos años. Al principio de la pandemia, la atención pública y científica se centró en la morbilidad y mortalidad aguda asociadas con COVID-19. Sin embargo, varios meses después de la pandemia, surgieron informes que describían secuelas físicas y neuropsiquiátricas persistentes después de la infección por SARS-CoV-2.
Mientras que los síntomas neuropsiquiátricos residuales o persistentes no son infrecuentes en los supervivientes críticamente enfermos tras el ingreso en una unidad de cuidados intensivos (UCI), los estudios de seguimiento posteriores al COVID-19 revelan que una infección leve e incluso asintomática puede provocar deterioro cognitivo, delirium, fatiga extrema y síntomas del estado de ánimo clínicamente relevantes.
El alcance, la magnitud y la velocidad de la pandemia de COVID-19 han sido asombrosos y continúan evolucionando rápidamente. Hasta la fecha, más de 80 millones de personas han sido infectadas con el síndrome respiratorio agudo severo coronavirus-2 (SARS-CoV-2) en todo el mundo y al menos 1,7 millones han muerto.
En consecuencia, es probable que no se aprecie el impacto total de esta catástrofe mundial de enfermedades infecciosas en los próximos años. Al principio de la pandemia, la atención pública y científica se centró en la morbilidad y mortalidad aguda asociadas con COVID-19. Sin embargo, varios meses después de la pandemia, surgieron informes que describían secuelas físicas y neuropsiquiátricas persistentes después de la infección por SARS-CoV-2.
Mientras que los síntomas neuropsiquiátricos residuales o persistentes no son infrecuentes en los supervivientes críticamente enfermos tras el ingreso en una unidad de cuidados intensivos (UCI), los estudios de seguimiento posteriores al COVID-19 revelan que una infección leve e incluso asintomática puede provocar deterioro cognitivo, delirium, fatiga extrema y síntomas del estado de ánimo clínicamente relevantes.
Fuente INTRAMED