Es una especie de calzada romana formada por la actividad volcánica en una de las más grandes reservas marinas del mundo
A más de 600 metros de profundidad en el Océano Pacífico, los científicos han descubierto una especie de calzada romana que se ha formado por la actividad volcánica: aunque no conduce a ninguna parte, ha sido denominada “camino a la Atlántida”.
Los científicos han descubierto en el Océano Pacífico, a más de 600 metros de profundidad y frente a las islas Hawái, lo que han denominado metafóricamente el “camino a la Atlántida”, una isla mítica cuyo posible emplazamiento es objeto de diversas conjeturas.
Se trata de una especie de camino construido con adoquines amarillos que lleva a un destino desconocido e improbable, aunque en realidad se trata de los restos de una antigua actividad volcánica que han adoptado la apariencia de una calzada romana.
El aparente camino de adoquines está situado en la cima del monte submarino Nutka y está formado por un flujo fracturado de hialoclastitas, rocas volcánicas resultantes del enfriamiento explosivo de la lava en contacto con el agua.
El monte submarino forma parte del Monumento Nacional Marino de Papahānaumokuākea (PMNM), una de las áreas de conservación marina más grandes del mundo, aunque hasta ahora solo el 3% de este fondo marino ha sido explorado.
Los científicos han descubierto en el Océano Pacífico, a más de 600 metros de profundidad y frente a las islas Hawái, lo que han denominado metafóricamente el “camino a la Atlántida”, una isla mítica cuyo posible emplazamiento es objeto de diversas conjeturas.
Se trata de una especie de camino construido con adoquines amarillos que lleva a un destino desconocido e improbable, aunque en realidad se trata de los restos de una antigua actividad volcánica que han adoptado la apariencia de una calzada romana.
El aparente camino de adoquines está situado en la cima del monte submarino Nutka y está formado por un flujo fracturado de hialoclastitas, rocas volcánicas resultantes del enfriamiento explosivo de la lava en contacto con el agua.
El monte submarino forma parte del Monumento Nacional Marino de Papahānaumokuākea (PMNM), una de las áreas de conservación marina más grandes del mundo, aunque hasta ahora solo el 3% de este fondo marino ha sido explorado.
Regreso a la Atlántida
El año pasado, una expedición del proyecto Ocean Exploration Trust, a bordo del Nautilus, cartografió casi toda la cadena de montañas submarinas que forman parte del monumento nacional, ocupando más de 32.000 kilómetros cuadrados.
Este año, el equipo ha regresado para los primeros estudios exploratorios visuales de la cadena, e investigar una división desconcertante en el rastro de la montaña submarina.
Las cadenas de volcanes de puntos calientes tienen generalmente características lineales, lo que despierta interés sobre qué procesos geológicos pueden haber dividido este grupo de montañas submarinas.
Miles de montes submarinos se elevan desde el lecho marino del Pacífico Central y Occidental en patrones complejos, en los que la distribución y los orígenes geológicos aún no se conocen por completo.
Guyots sorprendentes
Todas las montañas de ese macizo submarino PMNM, menos uno, son guyots, una especie de monte submarino con forma de tronco de cono.
Aunque pueden encontrarse aislados, los guyots con frecuencia forman alineaciones, a veces de hasta un centenar de ellos. Los guyots de este PMNM son de cima plana y se encuentran a profundidades que oscilan entre los 583 y los 997 metros
Fue en la cima del monte Nutka donde el equipo detectó la extraña “carretera asfaltada” que los investigadores relacionan con las tensiones de calentamiento y enfriamiento resultantes de múltiples erupciones de esta cresta submarina, según explican en su informe.
El lecho del lago descubierto por los investigadores en la cresta de Nutka parece seco y muestra cómo, en una pequeña sección, la roca volcánica se ha fracturado de una manera que se parece mucho a ladrillos.
Múltiples erupciones
"Las fracturas únicas de 90 grados probablemente estén relacionadas con el estrés por calentamiento y enfriamiento de múltiples erupciones en este margen horneado", dicen los investigadores.
Además del hallazgo de la extraña "carretera asfaltada", esta expedición recuperó muestras de roca basáltica cubierta con costras de ferromanganeso.
Asimismo, descubrió una piedra muy porosa (de 4'43) de aspecto bastante atípico, de diferente forma y color, que primero tomaron por una esponja.
Los investigadores también descubrieron que las laderas de las montañas rocosas estaban cubiertas de jardines de coral y que albergaban criaturas sorprendentes, como un pepino de mar morado, una especie de rape cubierto de espinas o incluso un "cerdo de mar" (o Scotoplane) completamente original, destacan los investigadores.
Fuente LEVANTE