La estrella que dio origen al agujero negro se desvaneció sin ningún signo de potente explosión
Un pequeño y silencioso agujero negro ha sido detectado fuera de la Vía Láctea: según los investigadores, es la primera vez que se logra identificar de manera concluyente un agujero negro inactivo e "invisible" que no está dentro de los límites de nuestra propia galaxia. Se ubica a aproximadamente 158.200 años luz de distancia de la Tierra, en la Gran Nube de Magallanes.
Un equipo internacional de científicos ha descubierto un agujero negro inactivo de masa estelar en una galaxia vecina a la Vía Láctea. Es el primer agujero negro de esta clase que se observa fuera de nuestra galaxia. Seis años de observaciones realizadas con el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO) permitieron localizarlo.
De acuerdo a una nota de prensa, el agujero negro, ubicado a aproximadamente 158.200 años luz de distancia de la Tierra, tiene al menos nueve veces la masa de nuestro Sol y orbita una estrella azul caliente, dotada de 25 masas solares. El nuevo estudio que resume el descubrimiento ha sido publicado recientemente en la revista Nature Astronomy.
Una aguja en un pajar
Según el líder del grupo de investigadores, Tomer Shenar, el descubrimiento equivale a encontrar “una aguja en un pajar”. Los agujeros negros inactivos son particularmente difíciles de detectar, ya que no interactúan mucho con su entorno. Aunque previamente se habían identificado otros “candidatos”, el nuevo agujero negro descubierto, que integra un sistema binario denominado VFTS 243, sería el ejemplo más convincente informado hasta la fecha.
Por si esto fuera poco, los investigadores pudieron determinar que la estrella que originó al agujero negro se esfumó sin ningún indicio de una gran explosión, como suele suceder en la mayoría de los casos. La estructura se ubica en la Gran Nube de Magallanes, una galaxia satélite de la Vía Láctea e integrante del llamado Grupo Local. Es una de las galaxias más próximas a la Vía Láctea, solo superada en su cercanía por la galaxia Enana del Can Mayor y la galaxia Enana Elíptica de Sagitario.
Se sabe que los agujeros negros de masa estelar se forman cuando las estrellas masivas llegan al final de su vida y colapsan por su propia gravedad. En el caso de los sistemas binarios, o sea con la presencia de dos estrellas que giran una alrededor de la otra, el agujero negro queda acompañado de una estrella que emite luz.
Una nueva incógnita
Sin embargo, muchas veces el agujero negro se mantiene "dormido" al no producir altos niveles de radiación de rayos X, la forma en la que actualmente se detectan los agujeros negros en la mayoría de los casos. Debido a esta condición, estos agujeros negros son considerados “invisibles”: a la dificultad que supone identificar cualquiera de estas estructuras, se suma en este caso la ausencia de radiación en función de su inactividad.
En ocasiones, el movimiento orbital de la estrella compañera parece indicar giros en torno a un espacio vacío, mostrando la posible presencia de uno de estos agujeros negros inactivos. Pero esta forma de detectarlos puede ser engañosa y ha dado lugar a numerosos errores en el pasado, ya que en realidad es muy difícil de comprobar que la estructura que ocupa el vacío orbitado por la estrella sea verdaderamente un agujero negro y no otro objeto.
Además, el sistema binario VFTS 243 podría contener pistas importantes sobre cómo se forman los agujeros negros y sobre el origen de las fusiones de agujeros negros en el cosmos, sobretodo porque la estrella que formó el agujero negro “invisible” no dejó rastros de una explosión. Uno de los escenarios tradicionales para el surgimiento de este tipo de estructuras cósmicas es un gran estallido estelar, por lo que este ejemplo abre una gran incógnita en torno a las condiciones de su aparición.
Un equipo internacional de científicos ha descubierto un agujero negro inactivo de masa estelar en una galaxia vecina a la Vía Láctea. Es el primer agujero negro de esta clase que se observa fuera de nuestra galaxia. Seis años de observaciones realizadas con el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO) permitieron localizarlo.
De acuerdo a una nota de prensa, el agujero negro, ubicado a aproximadamente 158.200 años luz de distancia de la Tierra, tiene al menos nueve veces la masa de nuestro Sol y orbita una estrella azul caliente, dotada de 25 masas solares. El nuevo estudio que resume el descubrimiento ha sido publicado recientemente en la revista Nature Astronomy.
Una aguja en un pajar
Según el líder del grupo de investigadores, Tomer Shenar, el descubrimiento equivale a encontrar “una aguja en un pajar”. Los agujeros negros inactivos son particularmente difíciles de detectar, ya que no interactúan mucho con su entorno. Aunque previamente se habían identificado otros “candidatos”, el nuevo agujero negro descubierto, que integra un sistema binario denominado VFTS 243, sería el ejemplo más convincente informado hasta la fecha.
Por si esto fuera poco, los investigadores pudieron determinar que la estrella que originó al agujero negro se esfumó sin ningún indicio de una gran explosión, como suele suceder en la mayoría de los casos. La estructura se ubica en la Gran Nube de Magallanes, una galaxia satélite de la Vía Láctea e integrante del llamado Grupo Local. Es una de las galaxias más próximas a la Vía Láctea, solo superada en su cercanía por la galaxia Enana del Can Mayor y la galaxia Enana Elíptica de Sagitario.
Se sabe que los agujeros negros de masa estelar se forman cuando las estrellas masivas llegan al final de su vida y colapsan por su propia gravedad. En el caso de los sistemas binarios, o sea con la presencia de dos estrellas que giran una alrededor de la otra, el agujero negro queda acompañado de una estrella que emite luz.
Una nueva incógnita
Sin embargo, muchas veces el agujero negro se mantiene "dormido" al no producir altos niveles de radiación de rayos X, la forma en la que actualmente se detectan los agujeros negros en la mayoría de los casos. Debido a esta condición, estos agujeros negros son considerados “invisibles”: a la dificultad que supone identificar cualquiera de estas estructuras, se suma en este caso la ausencia de radiación en función de su inactividad.
En ocasiones, el movimiento orbital de la estrella compañera parece indicar giros en torno a un espacio vacío, mostrando la posible presencia de uno de estos agujeros negros inactivos. Pero esta forma de detectarlos puede ser engañosa y ha dado lugar a numerosos errores en el pasado, ya que en realidad es muy difícil de comprobar que la estructura que ocupa el vacío orbitado por la estrella sea verdaderamente un agujero negro y no otro objeto.
Además, el sistema binario VFTS 243 podría contener pistas importantes sobre cómo se forman los agujeros negros y sobre el origen de las fusiones de agujeros negros en el cosmos, sobretodo porque la estrella que formó el agujero negro “invisible” no dejó rastros de una explosión. Uno de los escenarios tradicionales para el surgimiento de este tipo de estructuras cósmicas es un gran estallido estelar, por lo que este ejemplo abre una gran incógnita en torno a las condiciones de su aparición.
Fuente LEVANTE