Cleopatra no fue contemporánea a las pirámides de Giza: la gobernante nació dos milenios y medio después de su construcción.
Cuando Cleopatra quería presumir sus dominios, llevaba a los comerciantes, príncipes y altos mandatarios de otros reinos a conocer las ruinas de su imperio. Entre los monumentos predilectos, incluso hace 2 mil años, figuraban las pirámides de Giza: la necrópolis más impresionante que se había erigido hasta ese momento. A sus ojos, a diferencia de lo que se pregona en la actualidad, estos edificios ya eran parte del acervo cultural y arqueológico de su territorio.
Cleopatra fue la última gobernante femenina que tuvo el Antiguo Egipto. Tras caer en manos del Imperio Romano, cuenta la leyenda que la mujer prefirió morir por su propia mano que ver a su reinado caer bajo las suelas de los soldados venidos de Roma. Éste no es el único mito que circunda a la Antigüedad egipcia.
Sin embargo, antes de ella había al menos 5 mil años de historia. Egipto fue de las primeras grandes civilizaciones humanas y, como tal, tuvo largos periodos de estabilidad política, económica y bélica. Algunos historiadores atribuyen esta bonanza constante al sistema teocrático militar que rigió al territorio durante milenios.
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Por esta razón, en el imaginario colectivo existen concepciones erróneas con respecto a la distancia temporal que separa a algunas figuras icónicas con otros elementos que se asocian a la cultura egipcia antigua. El ejemplo más claro es el caso de las pirámides de Giza. Según National Geographic, “a ojos de griegos y romanos las pirámides de Egipto eran monumentos tan maravillosos como exóticos”.
La primera de ellas se construyó hacia el año 2570 a.C., exactamente 2501 años antes de que Cleopatra naciera. A pesar de ello, arquitectos, matemáticos y navegantes de otras naciones ya las catalogaban como maravillas de la ciencia. Filón de Bizancio, un ingeniero reconocido en la Grecia Clásica, las describió como “montañas sobre montañas.”
En donde los dioses desciendenAntiguamente, no sólo los egipcios pensaban que las pirámides de Giza tenían una conexión divina con otro plano de consciencia. Por el contrario, como estaban construidas para ser la morada perpetua de gobernantes legendarios, otros pueblos y civilizaciones pensaban que era un lugar en el que “los dioses descendían hasta los hombres“.
En un panteón divino tan amplio como el que se veneraba en el Antiguo Egipto, la necrópolis cristalizó el contacto entre estos dos planos, explica National Geographic:
“La dinastía IV representa el cénit en el arte de construir pirámides. Keops y después su hijo Kefrén erigieron las pirámides más grandes y perfectas en la necrópolis de Gizeh”.
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Cleopatra perteneció a la dinastía Ptolomaica, con una distancia temporal de dos milenios y medio. Por ello, pensar que la gobernante era contemporánea a la construcción de las pirámides de Giza es erróneo. Visto de otra manera, es como si en el futuro alguien creyera que la pandemia de COVID-19 y la fundación de Roma ocurrieron en el mismo momento. Claramente, no es el caso.
Cuando Cleopatra quería presumir sus dominios, llevaba a los comerciantes, príncipes y altos mandatarios de otros reinos a conocer las ruinas de su imperio. Entre los monumentos predilectos, incluso hace 2 mil años, figuraban las pirámides de Giza: la necrópolis más impresionante que se había erigido hasta ese momento. A sus ojos, a diferencia de lo que se pregona en la actualidad, estos edificios ya eran parte del acervo cultural y arqueológico de su territorio.
Cleopatra fue la última gobernante femenina que tuvo el Antiguo Egipto. Tras caer en manos del Imperio Romano, cuenta la leyenda que la mujer prefirió morir por su propia mano que ver a su reinado caer bajo las suelas de los soldados venidos de Roma. Éste no es el único mito que circunda a la Antigüedad egipcia.
Sin embargo, antes de ella había al menos 5 mil años de historia. Egipto fue de las primeras grandes civilizaciones humanas y, como tal, tuvo largos periodos de estabilidad política, económica y bélica. Algunos historiadores atribuyen esta bonanza constante al sistema teocrático militar que rigió al territorio durante milenios.
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Por esta razón, en el imaginario colectivo existen concepciones erróneas con respecto a la distancia temporal que separa a algunas figuras icónicas con otros elementos que se asocian a la cultura egipcia antigua. El ejemplo más claro es el caso de las pirámides de Giza. Según National Geographic, “a ojos de griegos y romanos las pirámides de Egipto eran monumentos tan maravillosos como exóticos”.
La primera de ellas se construyó hacia el año 2570 a.C., exactamente 2501 años antes de que Cleopatra naciera. A pesar de ello, arquitectos, matemáticos y navegantes de otras naciones ya las catalogaban como maravillas de la ciencia. Filón de Bizancio, un ingeniero reconocido en la Grecia Clásica, las describió como “montañas sobre montañas.”
En donde los dioses desciendenAntiguamente, no sólo los egipcios pensaban que las pirámides de Giza tenían una conexión divina con otro plano de consciencia. Por el contrario, como estaban construidas para ser la morada perpetua de gobernantes legendarios, otros pueblos y civilizaciones pensaban que era un lugar en el que “los dioses descendían hasta los hombres“.
En un panteón divino tan amplio como el que se veneraba en el Antiguo Egipto, la necrópolis cristalizó el contacto entre estos dos planos, explica National Geographic:
“La dinastía IV representa el cénit en el arte de construir pirámides. Keops y después su hijo Kefrén erigieron las pirámides más grandes y perfectas en la necrópolis de Gizeh”.
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Cleopatra perteneció a la dinastía Ptolomaica, con una distancia temporal de dos milenios y medio. Por ello, pensar que la gobernante era contemporánea a la construcción de las pirámides de Giza es erróneo. Visto de otra manera, es como si en el futuro alguien creyera que la pandemia de COVID-19 y la fundación de Roma ocurrieron en el mismo momento. Claramente, no es el caso.
Fuente MUY INTERESANTE