Errores, genética e ignorancia nos están llevando al irreversible final climático
Decisiones erróneas, genética ancestral y una profunda ignorancia, forman los términos de la ecuación final de nuestra especie: nos lleva a lo que la ciencia llama Climate Endgame, el suicidio colectivo de la especie humana.
Nuestras oportunidades se acaban. Da comienzo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022 (COP 27) con unas preocupantes palabras del Secretario General de la ONU sentenciando al planeta: “El caos climático avanza a una velocidad catastrófica”. La nueva cumbre del clima que se celebra en Sharp el Sheij (Egipto) pretende hacer un llamamiento a la acción urgente internacional. Más que nunca hacen falta medidas decisivas.
Auspiciadas por la ONU, la primera de estas cumbres del clima se celebró en Río de Janeiro en 1992. Estas reuniones jugaron un papel de lo más relevante para que el mundo tomase consciencia de un problema tan grave que en el mejor de los casos terminará con nuestro actual modo de vida y en el peor con nuestra propia especie.
Pero, aunque la mayoría de la gente dice estar preocupada por el cambio climático, las cosas están significativamente peor de lo que se habían imaginado los participantes en la primera cumbre de Río. Desde entonces hemos liberado a la atmósfera muchos más gases de efecto invernadero de lo previsto. Y seguimos haciéndolo.
Combustibles sin fin
La quema de combustibles fósiles parece no tener fin. En Río quedaba la esperanza de que cuando la sociedad llegase a ser consciente del grave problema al que se enfrentaba le pondría remedio de inmediato. Pero la situación no mejora.
A la vista de los mediocres resultados en la reducción de gases de efecto invernadero obtenidos tras 30 años de cumbres climáticas, varios científicos comienzan a estudiar un nuevo escenario para la humanidad: es el llamado “final climático”.
Recientemente se han publicado modelos climáticos que contemplan la probabilidad de extinción de nuestra propia especie cuando el mundo nos resulte inhabitable. Desafortunadamente todo indica que tan desolador escenario podría estar mucho más cerca de los que creemos. Aun así, seguimos incrementando nuestro consumo de combustibles fósiles.
¿Por qué obramos de una forma tan insensata?
La Teoría de Juegos lo explica
En las últimas décadas, la Teoría de Juegos ha alcanzado un desarrollo espectacular, convirtiéndose en la más rigurosa herramienta científica para comprender nuestra conducta en la toma de decisiones. La teoría de juegos explica diversas razones por las que adoptamos una conducta climática suicida.
Una de ellas tiene que ver con el gran desfase temporal que existe entre la causa del problema (la quema de combustibles fósiles) y su consecuencia (el calentamiento global).
Quemar combustibles fósiles nos produce un beneficio inmediato. Ahora mismo puedo viajar rápido en avión, ir en coche, tener electricidad, poner el aire acondicionado si hace calor, calentarme cuando haga frío, etc. En cambio, sus consecuencias negativas en forma de calentamiento global son muy lentas.
El sistema de atmósfera-océanos-suelo, que nos da soporte vital, tiene mucha inercia térmica. Podemos liberar gases de efecto invernadero ahora, pero pasará un tiempo hasta que notemos de verdad sus efectos catastróficos sobre el clima.
Final climático
Tanto es así que hay un límite de gases de efecto invernadero a partir del cual estaremos condenados al final climático. Superado ese límite no podremos sobrevivir a las consecuencias del calentamiento que vendrá.
Pero, incluso si superamos ese límite ahora mismo, firmando nuestra sentencia de muerte, todavía viviremos varias décadas empeorando lenta pero inexorablemente nuestras condiciones de vida antes de llegar al final.
Aunque poco a poco el clima se vuelva más extremo e impredecible, se produzcan más olas de calor, aumenten los muertos y los refugiados climáticos y el nivel del mar haga desaparecer poblaciones costeras, todavía es mucho lo que podemos aguantar.
Empezamos a ver evidencias del cambio climático, pero recordemos que llevamos más de 200 años quemando combustibles fósiles.
La tentación del corto plazo
En este contexto nos resulta muy difícil renunciar al beneficio económico inmediato. Modelos de Teoría de Juegos predicen que, de hecho, nuestra mejor opción individual a corto plazo es seguir quemando combustibles fósiles.
Si no pongo la calefacción pasaré frio esta noche. Si la pongo contribuyo un poco a que nuestra especie alcance un final climático dentro de 50 o 100 años. Con mi edad es muy improbable que me afecte el final climático. Pero sí me afectará el frío.
Así, la tentación de pensar que el cambio climático es un problema que ya se arreglará en su día nos conduce de cabeza hacia el desastre.
Fragmentación política
Otro de los problemas por los que nos dirigimos al final climático se debe a que el mundo está fragmentado en naciones soberanas. Es difícil que se consiga imponer restricciones internacionales a la quema de combustibles fósiles.
Los países más desarrollados lograron su prosperidad económica quemando mucha más cantidad de combustibles fósiles per cápita que los países en desarrollo.
Ahora, quienes aspiran al desarrollo quieren quemar su propia cuota de combustibles fósiles para conseguir su prosperidad material.
Los países en vías de desarrollo quieren alcanzar nuestro nivel y nosotros no queremos perderlo e incluso pretendemos mejorar. Es la receta perfecta para llegar más pronto que tarde al final climático.
Deserción colectiva
Una de las relaciones más estudiadas en Teoría de Juegos es la de cooperación frente a deserción. Con respecto a la quema de combustibles fósiles, la Teoría de Juegos nos trae malas noticias.
Todos los países podrían cooperar limitando enormemente su consumo de combustibles fósiles, con los considerables perjuicios económicos inmediatos que ello conlleva. Pero para un país cualquiera desertar quemando combustibles fósiles tiene un gran beneficio.
A cambio, paga un precio muy pequeño por el calentamiento global si todos los demás países siguen cooperando. Así la situación idónea para un país es quemar todo el combustible fósil que necesite (deserta), mientras los demás países reducen su consumo (cooperan). Finalmente, la tentación de desertar termina por generalizarse.
Electoralismo catastrófico
La Teoría de Juegos también predice cómo será la política interna de un país democrático con respecto al cambio climático. A nivel científico la situación está clara. Un político que no mienta descaradamente con respecto al clima debería decir que no solo tenemos que dejar de crecer, sino que es necesario decrecer.
Tendría que explicar que, si queremos tener un futuro, necesitamos tener menos cosas materiales. No podemos tener tanta ropa, tantos coches, usar tanto el avión… Si enfrente tenemos a un político que asegura que sabe cómo seguir creciendo, que podamos mantener nuestro estilo de vida y a la vez resolver el problema climático… ¿quién ganará las elecciones?
Recordemos que, cuando hace muy poco, nos decían que Europa debería reducir un 10% su consumo eléctrico este invierno, enseguida surgieron voces críticas.
La Teoría de Juegos nos proporciona muchas más explicaciones de este estilo sobre nuestro comportamiento climático suicida. Sin duda resultan muy ilustrativas. Pero hay más razones que explican el desastre.
Los genes cuentan
Una de ellas es que nuestra especie se originó en África a partir de otras especies de humanos que eran cazadores recolectores. Nosotros mismos lo fuimos durante más de 200.000 años. Nos adaptamos a la vida en el mundo de clima inestable del Pleistoceno, donde ser nómadas nos permitió sobrevivir.
Por origen y por evolución nuestros genes eran los adecuados para ese tipo de vida. Unos genes que fijaron en nuestras mentes el ansia por tener más y más. El sentimiento de no tener nunca lo suficiente resultó extremadamente útil para sobrevivir en un tiempo en el que los recursos escaseaban.
Cuando uno encontraba algo no podía dormirse en los laureles. Tenía que seguir buscando porque los recursos se acababan pronto. Y cuando andas siempre de un lado para otro cargando con todas tus posesiones, no puedes tener muchas. En esas condiciones nuestro instinto de no tener lo suficiente nos salvó la vida.
Pero hace 10.000 años el clima se estabilizó. Nuestra inteligencia nos permitió vivir de otra forma, asentándonos gracias a la agricultura y la ganadería. Pero, aunque la evolución cultural avanza rápido, la evolución biológica es muy lenta.
Cazadores recolectores actuales
Genéticamente seguimos siendo los cazadores recolectores paleolíticos que nunca tienen suficiente.
Nuestros genes nos siguen pidiendo más y más. Los psicólogos evolutivos llaman a esto “la cinta de correr hedónica”. Por más que corremos acumulando posesiones, es como si corriésemos sobre una cinta de gimnasio. Damos miles de pasos, pero siempre estamos en el mismo sitio.
La quema de combustibles fósiles permitió la revolución industrial y el capitalismo moderno, el sistema que permite que funcione “la cinta de correr hedónica” asegurándonos que siempre podamos tener más y más.
El sistema capitalista es atractivo. Puedo salir ahora mismo y comprarme una camisa que no necesito solo para que mi mente condicionada por mis genes de nómada se sienta bien. Pero mañana necesitaré comprar otra cosa. Y podré hacerlo.
Desafortunadamente, nuestra biología hace que nos resulte más fácil caminar hacia el final climático que hacia el fin del sistema económico moderno.
La ecuación final
Si a la desacertada toma de decisiones para el bien común que evidencia la Teoría de Juegos, le unimos una mente condicionada por genes poco adecuados para la vida en una sociedad industrial, y rematamos el asunto con la ignorancia (pues entender el problema del cambio climático es extremadamente difícil y muy pocos tienen los conocimientos necesarios sobre física atmosférica, oceanografía, modelos no lineales, caos determinista, geología, paleontología, evolución, etc., necesarios para hacerse una idea del peligro aunque todo el mundo opine como si fuera un experto supliendo su ignorancia con ideología), resulta evidente que en la partida contra el final climático tenemos muy malas cartas.
Cómo escapar de la extinción humana: artículos para entender lo que está pasando con el planeta
Bajo este epígrafe publicamos una serie de artículos que analizan de forma científicamente rigurosa la crisis planetaria en sus diferentes dimensiones, así como explican cómo afectará a nuestras vidas y el precio que habremos de pagar para escapar de la catástrofe que podría acabar con la vida en la Tierra.
Ofreceremos una visión completa de la problemática, siempre en clave divulgativa, que no solo expondrá los últimos conocimientos sobre biología y ecología, sino también las últimas aportaciones desde campos tan dispares como la neurobiología (intentando ver por qué nos comportamos como lo hacemos cuando destruimos nuestro propio ambiente), e incluso desde la economía más científica.
El objetivo de esta serie de artículos es que cualquier persona pueda no solo entender lo que está pasando, sino también, si así lo desea, comprometerse con el planeta con los conocimientos adecuados que le permitan trascender medidas meramente estéticas.
Como el cambio global que estamos sufriendo es extremadamente complejo, los artículos que intentan explicarlo van a ser relativamente complejos. Pero vale la pena esforzarse para entender el cambio global, ya que es algo extremadamente grave.
Para ello le invitamos a hacer un viaje largo y complejo, pero también divertido, a través de toda esta serie de artículos. Solo después de haber leído muchos de ellos estará en condiciones de entender bien lo que estamos viviendo como especie y de actuar en consecuencia.
Decisiones erróneas, genética ancestral y una profunda ignorancia, forman los términos de la ecuación final de nuestra especie: nos lleva a lo que la ciencia llama Climate Endgame, el suicidio colectivo de la especie humana.
Nuestras oportunidades se acaban. Da comienzo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022 (COP 27) con unas preocupantes palabras del Secretario General de la ONU sentenciando al planeta: “El caos climático avanza a una velocidad catastrófica”. La nueva cumbre del clima que se celebra en Sharp el Sheij (Egipto) pretende hacer un llamamiento a la acción urgente internacional. Más que nunca hacen falta medidas decisivas.
Auspiciadas por la ONU, la primera de estas cumbres del clima se celebró en Río de Janeiro en 1992. Estas reuniones jugaron un papel de lo más relevante para que el mundo tomase consciencia de un problema tan grave que en el mejor de los casos terminará con nuestro actual modo de vida y en el peor con nuestra propia especie.
Pero, aunque la mayoría de la gente dice estar preocupada por el cambio climático, las cosas están significativamente peor de lo que se habían imaginado los participantes en la primera cumbre de Río. Desde entonces hemos liberado a la atmósfera muchos más gases de efecto invernadero de lo previsto. Y seguimos haciéndolo.
Combustibles sin fin
La quema de combustibles fósiles parece no tener fin. En Río quedaba la esperanza de que cuando la sociedad llegase a ser consciente del grave problema al que se enfrentaba le pondría remedio de inmediato. Pero la situación no mejora.
A la vista de los mediocres resultados en la reducción de gases de efecto invernadero obtenidos tras 30 años de cumbres climáticas, varios científicos comienzan a estudiar un nuevo escenario para la humanidad: es el llamado “final climático”.
Recientemente se han publicado modelos climáticos que contemplan la probabilidad de extinción de nuestra propia especie cuando el mundo nos resulte inhabitable. Desafortunadamente todo indica que tan desolador escenario podría estar mucho más cerca de los que creemos. Aun así, seguimos incrementando nuestro consumo de combustibles fósiles.
¿Por qué obramos de una forma tan insensata?
La Teoría de Juegos lo explica
En las últimas décadas, la Teoría de Juegos ha alcanzado un desarrollo espectacular, convirtiéndose en la más rigurosa herramienta científica para comprender nuestra conducta en la toma de decisiones. La teoría de juegos explica diversas razones por las que adoptamos una conducta climática suicida.
Una de ellas tiene que ver con el gran desfase temporal que existe entre la causa del problema (la quema de combustibles fósiles) y su consecuencia (el calentamiento global).
Quemar combustibles fósiles nos produce un beneficio inmediato. Ahora mismo puedo viajar rápido en avión, ir en coche, tener electricidad, poner el aire acondicionado si hace calor, calentarme cuando haga frío, etc. En cambio, sus consecuencias negativas en forma de calentamiento global son muy lentas.
El sistema de atmósfera-océanos-suelo, que nos da soporte vital, tiene mucha inercia térmica. Podemos liberar gases de efecto invernadero ahora, pero pasará un tiempo hasta que notemos de verdad sus efectos catastróficos sobre el clima.
Final climático
Tanto es así que hay un límite de gases de efecto invernadero a partir del cual estaremos condenados al final climático. Superado ese límite no podremos sobrevivir a las consecuencias del calentamiento que vendrá.
Pero, incluso si superamos ese límite ahora mismo, firmando nuestra sentencia de muerte, todavía viviremos varias décadas empeorando lenta pero inexorablemente nuestras condiciones de vida antes de llegar al final.
Aunque poco a poco el clima se vuelva más extremo e impredecible, se produzcan más olas de calor, aumenten los muertos y los refugiados climáticos y el nivel del mar haga desaparecer poblaciones costeras, todavía es mucho lo que podemos aguantar.
Empezamos a ver evidencias del cambio climático, pero recordemos que llevamos más de 200 años quemando combustibles fósiles.
La tentación del corto plazo
En este contexto nos resulta muy difícil renunciar al beneficio económico inmediato. Modelos de Teoría de Juegos predicen que, de hecho, nuestra mejor opción individual a corto plazo es seguir quemando combustibles fósiles.
Si no pongo la calefacción pasaré frio esta noche. Si la pongo contribuyo un poco a que nuestra especie alcance un final climático dentro de 50 o 100 años. Con mi edad es muy improbable que me afecte el final climático. Pero sí me afectará el frío.
Así, la tentación de pensar que el cambio climático es un problema que ya se arreglará en su día nos conduce de cabeza hacia el desastre.
Fragmentación política
Otro de los problemas por los que nos dirigimos al final climático se debe a que el mundo está fragmentado en naciones soberanas. Es difícil que se consiga imponer restricciones internacionales a la quema de combustibles fósiles.
Los países más desarrollados lograron su prosperidad económica quemando mucha más cantidad de combustibles fósiles per cápita que los países en desarrollo.
Ahora, quienes aspiran al desarrollo quieren quemar su propia cuota de combustibles fósiles para conseguir su prosperidad material.
Los países en vías de desarrollo quieren alcanzar nuestro nivel y nosotros no queremos perderlo e incluso pretendemos mejorar. Es la receta perfecta para llegar más pronto que tarde al final climático.
Deserción colectiva
Una de las relaciones más estudiadas en Teoría de Juegos es la de cooperación frente a deserción. Con respecto a la quema de combustibles fósiles, la Teoría de Juegos nos trae malas noticias.
Todos los países podrían cooperar limitando enormemente su consumo de combustibles fósiles, con los considerables perjuicios económicos inmediatos que ello conlleva. Pero para un país cualquiera desertar quemando combustibles fósiles tiene un gran beneficio.
A cambio, paga un precio muy pequeño por el calentamiento global si todos los demás países siguen cooperando. Así la situación idónea para un país es quemar todo el combustible fósil que necesite (deserta), mientras los demás países reducen su consumo (cooperan). Finalmente, la tentación de desertar termina por generalizarse.
Electoralismo catastrófico
La Teoría de Juegos también predice cómo será la política interna de un país democrático con respecto al cambio climático. A nivel científico la situación está clara. Un político que no mienta descaradamente con respecto al clima debería decir que no solo tenemos que dejar de crecer, sino que es necesario decrecer.
Tendría que explicar que, si queremos tener un futuro, necesitamos tener menos cosas materiales. No podemos tener tanta ropa, tantos coches, usar tanto el avión… Si enfrente tenemos a un político que asegura que sabe cómo seguir creciendo, que podamos mantener nuestro estilo de vida y a la vez resolver el problema climático… ¿quién ganará las elecciones?
Recordemos que, cuando hace muy poco, nos decían que Europa debería reducir un 10% su consumo eléctrico este invierno, enseguida surgieron voces críticas.
La Teoría de Juegos nos proporciona muchas más explicaciones de este estilo sobre nuestro comportamiento climático suicida. Sin duda resultan muy ilustrativas. Pero hay más razones que explican el desastre.
Los genes cuentan
Una de ellas es que nuestra especie se originó en África a partir de otras especies de humanos que eran cazadores recolectores. Nosotros mismos lo fuimos durante más de 200.000 años. Nos adaptamos a la vida en el mundo de clima inestable del Pleistoceno, donde ser nómadas nos permitió sobrevivir.
Por origen y por evolución nuestros genes eran los adecuados para ese tipo de vida. Unos genes que fijaron en nuestras mentes el ansia por tener más y más. El sentimiento de no tener nunca lo suficiente resultó extremadamente útil para sobrevivir en un tiempo en el que los recursos escaseaban.
Cuando uno encontraba algo no podía dormirse en los laureles. Tenía que seguir buscando porque los recursos se acababan pronto. Y cuando andas siempre de un lado para otro cargando con todas tus posesiones, no puedes tener muchas. En esas condiciones nuestro instinto de no tener lo suficiente nos salvó la vida.
Pero hace 10.000 años el clima se estabilizó. Nuestra inteligencia nos permitió vivir de otra forma, asentándonos gracias a la agricultura y la ganadería. Pero, aunque la evolución cultural avanza rápido, la evolución biológica es muy lenta.
Cazadores recolectores actuales
Genéticamente seguimos siendo los cazadores recolectores paleolíticos que nunca tienen suficiente.
Nuestros genes nos siguen pidiendo más y más. Los psicólogos evolutivos llaman a esto “la cinta de correr hedónica”. Por más que corremos acumulando posesiones, es como si corriésemos sobre una cinta de gimnasio. Damos miles de pasos, pero siempre estamos en el mismo sitio.
La quema de combustibles fósiles permitió la revolución industrial y el capitalismo moderno, el sistema que permite que funcione “la cinta de correr hedónica” asegurándonos que siempre podamos tener más y más.
El sistema capitalista es atractivo. Puedo salir ahora mismo y comprarme una camisa que no necesito solo para que mi mente condicionada por mis genes de nómada se sienta bien. Pero mañana necesitaré comprar otra cosa. Y podré hacerlo.
Desafortunadamente, nuestra biología hace que nos resulte más fácil caminar hacia el final climático que hacia el fin del sistema económico moderno.
La ecuación final
Si a la desacertada toma de decisiones para el bien común que evidencia la Teoría de Juegos, le unimos una mente condicionada por genes poco adecuados para la vida en una sociedad industrial, y rematamos el asunto con la ignorancia (pues entender el problema del cambio climático es extremadamente difícil y muy pocos tienen los conocimientos necesarios sobre física atmosférica, oceanografía, modelos no lineales, caos determinista, geología, paleontología, evolución, etc., necesarios para hacerse una idea del peligro aunque todo el mundo opine como si fuera un experto supliendo su ignorancia con ideología), resulta evidente que en la partida contra el final climático tenemos muy malas cartas.
Cómo escapar de la extinción humana: artículos para entender lo que está pasando con el planeta
Bajo este epígrafe publicamos una serie de artículos que analizan de forma científicamente rigurosa la crisis planetaria en sus diferentes dimensiones, así como explican cómo afectará a nuestras vidas y el precio que habremos de pagar para escapar de la catástrofe que podría acabar con la vida en la Tierra.
Ofreceremos una visión completa de la problemática, siempre en clave divulgativa, que no solo expondrá los últimos conocimientos sobre biología y ecología, sino también las últimas aportaciones desde campos tan dispares como la neurobiología (intentando ver por qué nos comportamos como lo hacemos cuando destruimos nuestro propio ambiente), e incluso desde la economía más científica.
El objetivo de esta serie de artículos es que cualquier persona pueda no solo entender lo que está pasando, sino también, si así lo desea, comprometerse con el planeta con los conocimientos adecuados que le permitan trascender medidas meramente estéticas.
Como el cambio global que estamos sufriendo es extremadamente complejo, los artículos que intentan explicarlo van a ser relativamente complejos. Pero vale la pena esforzarse para entender el cambio global, ya que es algo extremadamente grave.
Para ello le invitamos a hacer un viaje largo y complejo, pero también divertido, a través de toda esta serie de artículos. Solo después de haber leído muchos de ellos estará en condiciones de entender bien lo que estamos viviendo como especie y de actuar en consecuencia.
Fuente LEVANTE