Los datos capturados de las ondas sísmicas causadas por los terremotos arrojan nueva luz sobre las partes más profundas del núcleo interno de la Tierra
Ondas sísmicas que rebotan
Los científicos utilizaron el “rebote” de estas ondas sísmicas en las estructuras internas del planeta, para medir las diferentes velocidades a las que dichas ondas penetran y pasan a través del núcleo interno: los datos arrojan evidencias firmes sobre la existencia de una capa distinta a las conocidas, que sería precisamente el “núcleo interno más interno”, cuya presencia se ha postulado en los últimos 20 años.
Al parecer, la diferencia entre la bola metálica más interna y la capa externa del núcleo interno no está en su composición química, como ocurre con otras capas de la Tierra: ambas estructuras estarían hechas de una aleación de hierro y níquel, con pequeñas cantidades de elementos químicos más ligeros. ¿Cómo fue posible, entonces, distinguir entre ambas estructuras en una región inaccesible para la observación directa?
Según un artículo publicado por los autores de la nueva investigación en The Conversation, las “huellas” del núcleo más interno se descubrieron gracias a la anisotropía, que es la propiedad de un material para propagar las ondas sísmicas más rápido o más lento a través de su estructura, según la dirección en la que viajen las ondas. De esta manera, los científicos hallaron diferencias en esta propiedad que marcarían la existencia de la bola más pequeña dentro del núcleo interno.
Revelando misterios
En ese sentido, los diferentes tiempos de viaje de las ondas sísmicas infirieron la presencia del “núcleo interno más interno”, que tendría no más de 650 kilómetros de ancho, de acuerdo a un artículo publicado en Science Alert. Esta estructura de hierro podría ser el resultado de un cambio fundamental en el crecimiento del núcleo interno, originado por un evento global significativo que tuvo lugar en algún momento del pasado de la Tierra.
Por último, los investigadores indicaron que se requiere un estudio más acabado de los registros sísmicos existentes, para revelar señales ocultas que arrojen luz sobre el interior profundo de la Tierra. Un conocimiento más detallado de esta zona de nuestro planeta podría permitir resolver muchos misterios relacionados con su formación e, incluso, con el desarrollo de la vida en planetas con las características de la Tierra.
Un nuevo análisis de las entrañas de la Tierra sugiere la presencia de otro núcleo interno dentro del propio núcleo interno: una densa bola de hierro en el mismo centro de nuestro planeta. El hallazgo podría revelar detalles previamente desconocidos sobre la historia de la formación y evolución de la Tierra, indicando un evento global significativo al principio de la historia de nuestro planeta.
Científicos de la Universidad Nacional Australiana (ANU) han sumado nuevas evidencias sobre la existencia de un "núcleo interno más interno" en el centro de la Tierra, una bola metálica incrustada en el núcleo interno que hoy conocemos. El hallazgo cambiaría nuestro entendimiento sobre las estructuras existentes en el interior de la Tierra, agregando una nueva “capa” de profundidad hasta hoy desconocida.
Científicos de la Universidad Nacional Australiana (ANU) han sumado nuevas evidencias sobre la existencia de un "núcleo interno más interno" en el centro de la Tierra, una bola metálica incrustada en el núcleo interno que hoy conocemos. El hallazgo cambiaría nuestro entendimiento sobre las estructuras existentes en el interior de la Tierra, agregando una nueva “capa” de profundidad hasta hoy desconocida.
Un “rompecabezas” que suma una nueva pieza
La estructura interior de la Tierra presenta una serie de capas concéntricas, desde la corteza hasta el núcleo. En el mismo centro se puede hallar al núcleo interno, con un radio de aproximadamente 1.227 kilómetros, considerada la estructura más densa de nuestro planeta: es una bola compuesta principalmente de hierro y níquel, que abarca menos del 1 % del volumen de la Tierra.
Este núcleo interno, que hasta el momento era considerado como la parte más profunda del planeta, funciona como una verdadera “cápsula del tiempo” de la historia de la Tierra, brindando información vital sobre la formación y evolución del planeta. Estudios previos habían sugerido que podría existir un “núcleo interno más interno”, o sea una bola sólida más pequeña dentro de la esfera metálica que conforma el núcleo interno.
Ahora, un nuevo estudio de los investigadores Thanh-Son Phạm y Hrvoje Tkalčić, publicado recientemente en la revista Nature Communications, suma evidencias contundentes sobre la existencia de esa especie de “muñeca rusa” más pequeña dentro del rompecabezas que parece ser el centro de nuestro planeta. De acuerdo a una nota de prensa, estas pruebas provienen de los datos capturados de las ondas sísmicas causadas por los terremotos.
La estructura interior de la Tierra presenta una serie de capas concéntricas, desde la corteza hasta el núcleo. En el mismo centro se puede hallar al núcleo interno, con un radio de aproximadamente 1.227 kilómetros, considerada la estructura más densa de nuestro planeta: es una bola compuesta principalmente de hierro y níquel, que abarca menos del 1 % del volumen de la Tierra.
Este núcleo interno, que hasta el momento era considerado como la parte más profunda del planeta, funciona como una verdadera “cápsula del tiempo” de la historia de la Tierra, brindando información vital sobre la formación y evolución del planeta. Estudios previos habían sugerido que podría existir un “núcleo interno más interno”, o sea una bola sólida más pequeña dentro de la esfera metálica que conforma el núcleo interno.
Ahora, un nuevo estudio de los investigadores Thanh-Son Phạm y Hrvoje Tkalčić, publicado recientemente en la revista Nature Communications, suma evidencias contundentes sobre la existencia de esa especie de “muñeca rusa” más pequeña dentro del rompecabezas que parece ser el centro de nuestro planeta. De acuerdo a una nota de prensa, estas pruebas provienen de los datos capturados de las ondas sísmicas causadas por los terremotos.
Ondas sísmicas que rebotan
Los científicos utilizaron el “rebote” de estas ondas sísmicas en las estructuras internas del planeta, para medir las diferentes velocidades a las que dichas ondas penetran y pasan a través del núcleo interno: los datos arrojan evidencias firmes sobre la existencia de una capa distinta a las conocidas, que sería precisamente el “núcleo interno más interno”, cuya presencia se ha postulado en los últimos 20 años.
Al parecer, la diferencia entre la bola metálica más interna y la capa externa del núcleo interno no está en su composición química, como ocurre con otras capas de la Tierra: ambas estructuras estarían hechas de una aleación de hierro y níquel, con pequeñas cantidades de elementos químicos más ligeros. ¿Cómo fue posible, entonces, distinguir entre ambas estructuras en una región inaccesible para la observación directa?
Según un artículo publicado por los autores de la nueva investigación en The Conversation, las “huellas” del núcleo más interno se descubrieron gracias a la anisotropía, que es la propiedad de un material para propagar las ondas sísmicas más rápido o más lento a través de su estructura, según la dirección en la que viajen las ondas. De esta manera, los científicos hallaron diferencias en esta propiedad que marcarían la existencia de la bola más pequeña dentro del núcleo interno.
Revelando misterios
En ese sentido, los diferentes tiempos de viaje de las ondas sísmicas infirieron la presencia del “núcleo interno más interno”, que tendría no más de 650 kilómetros de ancho, de acuerdo a un artículo publicado en Science Alert. Esta estructura de hierro podría ser el resultado de un cambio fundamental en el crecimiento del núcleo interno, originado por un evento global significativo que tuvo lugar en algún momento del pasado de la Tierra.
Por último, los investigadores indicaron que se requiere un estudio más acabado de los registros sísmicos existentes, para revelar señales ocultas que arrojen luz sobre el interior profundo de la Tierra. Un conocimiento más detallado de esta zona de nuestro planeta podría permitir resolver muchos misterios relacionados con su formación e, incluso, con el desarrollo de la vida en planetas con las características de la Tierra.
Fuente LEVANTE