Qué sabemos de la tumba de Pakal, el gobernante maya que llevó a Palenque a su mayor esplendor

Sucedió en el Templo de las Inscripciones, uno de los más grandes del complejo arqueológico de Palenque. Un equipo de investigadores liderado por el investigador Alberto Ruz ingresó a una amplia cámara funeraria. Al interior, encontró un sarcófago monolítico, cubierto por una lápida cuidadosamente tallada. Sin saberlo, estaban frente al lugar de descanso final de Pakal, el rey maya más longevo de la historia.

La misión arqueológica había trabajado durante al menos 3 años, buscando en la selva de Chiapas, al sureste de México, sin saber bien a bien qué encontrarían. Fue así como, en el verano de 1952, dieron casi por accidente con la tumba del dirigente más longevo del Imperio Maya. Ésta es su historia.

Pakal, ‘El Grande’: un gobernante sin precedentes

Al cumplir 12 años, Pakal subió al trono. Su padre lo atronizó en el año 615 de nuestra era. Después de un periodo de severas adversidades, era momento de un cambio de dirigente para el señorío de B’aakal, en donde actualmente se encuentra el sitio arqueológico de Palenque. Sin saberlo, así iniciaría el reinado más longevo de la historia maya.

Históricamente, se le conoce como Pakal ‘El Grande’, por la prosperidad que trajo sobre el actual sureste mexicano. Durante la primera década de su reinado trajo armonía, paz y amplia producción económica sobre sus dominios. Hacia 659 d.C., orquestó campañas militares que posicionaron al señorío entre los más poderosos de todo el imperio.

En total, K’inich Janaab’ Pakal II gobernó durante 68 años. Recibió ese nombre para distinguirlo de su abuelo materno, Janaab’ Pakal. Aunque existen altos relieves representándolo, en realidad no existe evidencia de que este miembro de la realeza maya haya subido al trono. Aun así, algunos historiadores se refieren a él como ‘Pakal I’.

Durante el reinado de su nieto, sin embargo, se construyó la mítica ciudad de Lakam Ha’. Bajo su liderazgo, Palenque —como se le conoce actualmente— tuvo un crecimiento arquitectónico, religioso y artístico que no se había visto en su historia. De hecho, a partir de su mandato, se comenzaron a hacer registros jeroglíficos para dar cuenta de la historia su dinastía.

Cobijado por el ‘Templo de las Inscripciones’Después del crecimiento inusitado que tuvo Lakam Ha’, y la pacificación que Pakal II consiguió de su territorio, sus contemporáneos consideraron pertinenteerigir un espacio funerario monumental en su honor. Ahí mismo se enterraría su sarcófago, con el cadáver del gobernante maya al interior.

La tumba de Pakal estuvo encerrada durante 1,600 años. Como no había tenido contacto con el exterior, documenta la BBC, estaba prácticamente intacta. Al recordar ese momento, Ruz decía que se encontraba frente a una cripta «que parecía que había sido tallada en hielo«.

Algunos historiadores piensan que Pakal murió a los 50 años. Otros, sin embargo, rebaten esta hipótesis, y sugieren que vivió hasta los 80. Los restos del dirigente maya se encontraron en un muy mal estado de conservación. Sin embargo, según los describe Arturo Romano Pacheco, profesor emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en México, su preparación mortuoria fue digna de un rey maya:

«Era un sujeto de talla alta y complexión robusta, con manos muy delgadas y frágiles, como lo indican los pequeños anillos de jade localizados en las falanges», explica el especialista en Antropología Mexicana.

Así como lo hicieron los egipcios en la Necrópolis de Giza, los mayas construyeron un edificio funerario para venerar eternamente a Pakal. Hoy se le conoce a este espacio como el ‘Templo de las Inscripciones’, que se utilizó como un edificio civil, ceremonial y funerario a la vez.

La historia de un ascenso a las Alturas

Hoy sabemos que la lápida que se encontró sobre el sarcófago de Pakal es uno de los tesoros del Periodo Clásico. En la tumba, se cuenta la historia sobre el renacimiento del dirigente, que personifica al dios K’awiil, de la agricultura y el maíz.

En los paneles se relata su ascenso al plano celestial, donde comenzaría recostado en el centro del Universo para descender al inframundo. Sólo ahí podría albergar a la entidad divina dentro de sí mismo. Una vez que lo hubiera conseguido, podría empezar su ascenso al plano divino, ayudado por los dioses K’awaiil y Hu’unal (representados como una serpiente bicéfala).

La tumba de Pakal ha sido objeto de amplia especulación desde la pseudociencia. En favor de buscar explicaciones ‘de otro mundo’, se ha dicho que el antiguo gobernante maya tuvo contacto con extraterrestres. De hecho, incluso se ha hecho referencia a su tumba como aquella ‘del astronauta maya’. Sin embargo, como explica el periodista de ciencia Alejandro I. López, nada de esto tiene sustento científico:

«Producto de argumentaciones faltas de lógica, y de un afán de utilizar la sabiduría ancestral de un pueblo para adecuarla a alguna teoría absurda, la pseudociencia y sus practicantes se han encargado a lo largo de los años de manchar el nombre y la memoria de diversas culturas, en un intento de utilizarlos para dar sustento a sus propias agendas».

Pensar que la tumba de Pakal tiene relación con vida extraterrestre implica restarle maestría científica y religiosa a las culturas originarias de Mesoamérica. No sólo eso: es insistir en que las teorías de conspiración tienen un sustento superior a la confabulación ficcional, cuando no es el caso.




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