Mientras lees estas líneas, ¿cómo está tu cuerpo? ¿erguido o encorvado? Y tu rostro, ¿está relajado o tienes el ceño fruncido?
Nuestra postura y nuestro rostro envían importantes señales a nuestro cerebro, y es una información a la que nuestro cerebro responde, según explicó la neurocientífica española Nazareth Castellanos, investigadora del Laboratorio Nirakara-Lab, cátedra extraordinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
"Si yo tengo una cara enfadada, el cerebro interpreta que esta cara es propia de enfado y por tanto activa mecanismos de enfado", afirmó Castellanos.
De la misma forma, "cuando el cuerpo tiene una postura propia de estar triste, el cerebro comienza a activar mecanismos neuronales propios de estar triste".
Nuestra postura y nuestro rostro envían importantes señales a nuestro cerebro, y es una información a la que nuestro cerebro responde, según explicó la neurocientífica española Nazareth Castellanos, investigadora del Laboratorio Nirakara-Lab, cátedra extraordinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
"Si yo tengo una cara enfadada, el cerebro interpreta que esta cara es propia de enfado y por tanto activa mecanismos de enfado", afirmó Castellanos.
De la misma forma, "cuando el cuerpo tiene una postura propia de estar triste, el cerebro comienza a activar mecanismos neuronales propios de estar triste".