Los humanos afrontamos las exigencias de la vida durmiendo bastante menos que nuestros parientes evolutivos más cercanos. Según un nuevo estudio, el secreto de nuestro mayor aguante a la escasez de horas de sueño, es que nuestro sueño es más eficiente.
El equipo de David Samson, de la Universidad Duke en Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos, escrutó la literatura científica y confeccionó una base de datos de patrones de sueño de cientos de mamíferos, incluyendo 21 especies de primates, entre ellos monos babuinos, lémures, orangutanes, chimpancés y humanos. Samson y sus colaboradores utilizaron después técnicas estadísticas para explicar la posición de cada especie en el árbol genealógico de los primates, teniendo en cuenta sus respectivos patrones de sueño.
Hallaron que los humanos dormimos excepcionalmente poco en comparación con otros primates, arreglándonos con un promedio de siete horas de sueño por noche, mientras que otras especies de primates, como algunos macacos y lémures, necesitan de 14 a 17 horas.
Además, nuestro sueño tiende a ser más eficiente, lo que significa que pasamos una proporción menor de tiempo en etapas ligeras de sueño, y más en etapas profundas. La fase del proceso de dormir descrita como sueño de movimientos oculares rápidos (sueño REM por sus siglas en inglés), ocupa casi el 25 por ciento de todo el sueño en el caso humano. Pero en primates como los lémures ratón, los lémures mangosta y los monos verdes africanos, el sueño REM apenas alcanza el 5 por ciento.
La REM es una fase del proceso de dormir durante la cual se cree que se produce la mayor parte del subproceso de soñar.
Los humanos somos excepcionales en poseer un sueño más corto y de mayor calidad. Tal como advierten los investigadores, la brecha entre el sueño humano y el de otros primates no es pues meramente el resultado de un acceso a todas horas a la luz artificial, desde la emitida por farolas a la generada en las pantallas de los ordenadores, sino de una evolución mucho más natural.
Fuente NCYT