Tuvieron que pasar cinco décadas para que se volviera a pisar un lugar místico como lo es la cueva Balamkú en Chichén Itzá, la cual permaneció sellada desde 1966. Sin embargo, un grupo de arqueólogos en busca de un pozo sagrado en la antigua ciudad maya, descubrió por accidente más de 150 objetos rituales de cerámica sin tocar, informó en un comunicado el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH).
Los resultados de la exploración son parte del Proyecto Gran Acuífero Maya (GAM). Inicialmente la cavidad fue descubierta por los ejidatarios Eleuterio, Mariano y Esteban Mazón; Ermilo, Jacinto y Pascual Un Noh. No obstante, la cueva permaneció inalterada por más de cinco décadas, dado que el arqueólogo Víctor Segovia Pinto —quien recibió el reporte del sitio— consideró tapar la entrada de la cueva poco después de su hallazgo.
El año pasado, Luis Un, un niño que acompañó a los ejidatarios y que ahora es un adulto de 68 años, condujo al equipo del GAM hacia este santuario subterráneo, brindando una gran oportunidad para su exploración bajo una metodología que evitará alterar los contextos rituales que alberga.
El descubrimiento del sistema de cuevas, conocido como Balamku o «Dios del Jaguar fue financiada en parte por una subvención de la National Geographic Society .
La línea de investigación Chichén Itzá Subterráneo del proyecto GAM, consiste en una gran expedición multidisciplinaria a las entrañas de Chichén Itzá, y tiene como propósito principal investigar esta antigua ciudad a través de su extensa y escasamente estudiada geografía subterránea.
Por su parte la Secretaría de Cultura explicó en un comunicado que los braseros de cerámica encontrados tienen la imagen de Tláloc, el dios de la lluvia, una divinidad cuyo culto, en algún momento aún no precisado, “viajó” del centro de México a la península de Yucatán.
Un universo subterráneo en Chichén Itzá
Los incensarios y vasijas descubiertas aún conservan restos carbonizados, alimentos, semillas, jade, concha y huesos, entre otros elementos ofrendados que servirán para datar no sólo con mayor exactitud estos depósitos —dado que no se descarta la presencia de contextos más antiguos al periodo Clásico Tardío-Terminal—, sino la actividad ritual de los itzáes –– mayas fundadores de Chichén Itzá ––.
La cueva fue “descubierta” hace unos tres años después de que residentes mayas locales les avisaron a los expertos de su existencia, dijo el arqueólogo Guillermo de Anda.
Cabe destacar que los mayas también tenían su propio dios de la lluvia, Chaac, los investigadores piensan que quizá importaron a Tláloc de otras culturas prehispánicas.
Finalmente los arqueólogos comentaron que nada de lo que ha sido encontrando será removido, aseguraron los arqueólogos. Lo que buscan es utilizar tecnología de corte no invasivo, con la finalidad de no mover nada de su lugar y hacer que todo permanezca intacto.
Los resultados, dijo el especialista del INAH, permitirán hacer una nueva cronología cerámica que arroje datos sobre el lado oscuro del universo y aspecto subterráneo maya. Además, se prepara un mapa elaborado de esa cueva sagrada e incluso se creará un nuevo modelo de investigación subterránea en el país, en función de Balamkú.
Los resultados de la exploración son parte del Proyecto Gran Acuífero Maya (GAM). Inicialmente la cavidad fue descubierta por los ejidatarios Eleuterio, Mariano y Esteban Mazón; Ermilo, Jacinto y Pascual Un Noh. No obstante, la cueva permaneció inalterada por más de cinco décadas, dado que el arqueólogo Víctor Segovia Pinto —quien recibió el reporte del sitio— consideró tapar la entrada de la cueva poco después de su hallazgo.
El año pasado, Luis Un, un niño que acompañó a los ejidatarios y que ahora es un adulto de 68 años, condujo al equipo del GAM hacia este santuario subterráneo, brindando una gran oportunidad para su exploración bajo una metodología que evitará alterar los contextos rituales que alberga.
El descubrimiento del sistema de cuevas, conocido como Balamku o «Dios del Jaguar fue financiada en parte por una subvención de la National Geographic Society .
La línea de investigación Chichén Itzá Subterráneo del proyecto GAM, consiste en una gran expedición multidisciplinaria a las entrañas de Chichén Itzá, y tiene como propósito principal investigar esta antigua ciudad a través de su extensa y escasamente estudiada geografía subterránea.
Por su parte la Secretaría de Cultura explicó en un comunicado que los braseros de cerámica encontrados tienen la imagen de Tláloc, el dios de la lluvia, una divinidad cuyo culto, en algún momento aún no precisado, “viajó” del centro de México a la península de Yucatán.
Un universo subterráneo en Chichén Itzá
Los incensarios y vasijas descubiertas aún conservan restos carbonizados, alimentos, semillas, jade, concha y huesos, entre otros elementos ofrendados que servirán para datar no sólo con mayor exactitud estos depósitos —dado que no se descarta la presencia de contextos más antiguos al periodo Clásico Tardío-Terminal—, sino la actividad ritual de los itzáes –– mayas fundadores de Chichén Itzá ––.
La cueva fue “descubierta” hace unos tres años después de que residentes mayas locales les avisaron a los expertos de su existencia, dijo el arqueólogo Guillermo de Anda.
Cabe destacar que los mayas también tenían su propio dios de la lluvia, Chaac, los investigadores piensan que quizá importaron a Tláloc de otras culturas prehispánicas.
Finalmente los arqueólogos comentaron que nada de lo que ha sido encontrando será removido, aseguraron los arqueólogos. Lo que buscan es utilizar tecnología de corte no invasivo, con la finalidad de no mover nada de su lugar y hacer que todo permanezca intacto.
Los resultados, dijo el especialista del INAH, permitirán hacer una nueva cronología cerámica que arroje datos sobre el lado oscuro del universo y aspecto subterráneo maya. Además, se prepara un mapa elaborado de esa cueva sagrada e incluso se creará un nuevo modelo de investigación subterránea en el país, en función de Balamkú.
Fuente MUY INTERESANTE