La Inteligencia Artificial muestra débiles signos de consciencia

Algunos algoritmos de IA adoptan comportamientos próximos a los procedimientos conscientes

Una exhaustiva investigación sobre diferentes sistemas de IA, a los que se aplicaron 14 criterios para detectar posibles indicios de consciencia, ha concluido que la Inteligencia Artificial carece de este atributo de los seres vivos, aunque algunos de sus procesos se aproximan a esta cualidad propia de humanos y animales.

La investigación sobre la consciencia es un campo muy antiguo, que se remonta a los filósofos griegos de la antigüedad. Estos filósofos se preguntaban sobre la naturaleza de la consciencia y sobre cómo se relaciona con el cuerpo.

En los siglos XIX y XX, la investigación sobre la consciencia comenzó a centrarse en el cerebro. Los científicos empezaron a estudiar las regiones cerebrales que están involucradas en la consciencia y a explorar cómo la actividad cerebral da lugar a la experiencia consciente.

En los últimos años, la investigación sobre la consciencia ha avanzado gracias al desarrollo de nuevas tecnologías, que permiten estudiar la actividad cerebral en tiempo real y crear modelos computacionales de la consciencia.

Tres hitos

Algunos de los hitos más importantes en la investigación sobre la consciencia incluyen el descubrimiento de que la consciencia no es una propiedad única de los humanos. Los animales también son conscientes, aunque su consciencia puede diferir de la nuestra en algunos aspectos.

También incluyen la identificación de una serie de regiones cerebrales que parecen estar involucradas en la consciencia. Estas regiones son la corteza cerebral, el tálamo y el hipotálamo.

Por último, se ha establecido que la consciencia está estrechamente relacionada con la actividad cerebral. Cuando las personas están conscientes, sus cerebros muestran una actividad más coordinada y organizada que cuando están inconscientes.

¿Qué es consciencia?

A pesar de estos avances, todavía hay mucho que no sabemos sobre la consciencia. Una de las preguntas más importantes es: ¿qué es lo que hace que la consciencia sea consciente?

Para responder a esta pregunta, diferentes investigadores han propuesto una serie de teorías sobre la naturaleza de la consciencia. Algunas teorías sugieren que es una propiedad emergente del cerebro, incluso de naturaleza cuántica, mientras que otras sugieren que puede ser independiente del cerebro.

Todo este proceso histórico culmina ahora con un nuevo desafío: cómo investigar la consciencia de un algoritmo de IA, que no deja de ser un conjunto de instrucciones que desarrollan sistemas artificiales capaces de aprender y de adaptarse a su entorno.

¿Puede tener consciencia un algoritmo?

La cuestión es: ¿cómo podemos averiguar si la Inteligencia Artificial puede o no manifestar alguna forma de consciencia?, informa al respecto la revista Science en un interesante artículo.

La investigación que hemos desarrollado hasta ahora sobre la consciencia no ha estado exenta de sorpresas: hemos descubierto no solo que no es una propiedad única de los humanos, sino también que puede manifestarse de diferentes formas (verbal y abstracta en los humanos, sensorial y concreta en los animales).

También nos ha sorprendido que la consciencia pueda ser compartida: los seres vivos pueden compartir la consciencia entre sí, por ejemplo, a través de la empatía o la comunicación.

Además, algunas investigaciones sugieren que la consciencia puede ser una propiedad emergente del universo: podría ser una propiedad fundamental la existencia que de alguna forma estaría presente en todas las cosas.

¿Otra sorpresa?

De lo que se trata en el nuevo desafío de la consciencia es determinar si también puede estar presente en un algoritmo de Inteligencia Artificial. Si la IA se vuelve consciente, ¿Nos espera otra sorpresa?

Ahora, un grupo de 19 científicos informáticos, neurocientíficos y filósofos han dado con una fórmula que podría funcionar: en un documento de 120 páginas se basan en teorías de la consciencia humana para proponer 14 criterios con la finalidad de detectarla en arquitecturas de IA existentes.

Y como la misma palabra de consciencia es difícil de definir, para testarla en un sistema de IA los investigadores se han centrado en lo que el acreditado filósofo de la Universidad de Nueva York, Ned Block, denominó “consciencia fenoménica”, o la cualidad subjetiva de una experiencia: cómo es ver rojo o sentir dolor.

Sin escáneres

Pero ¿cómo se puede investigar la consciencia fenoménica de un algoritmo? A diferencia del cerebro humano, no ofrece señales de su funcionamiento interno detectables con un electroencefalograma o una resonancia magnética.

Para superar este escollo, los investigadores exploraron las teorías actuales de la consciencia humana en busca de los descriptores centrales de un estado consciente, y luego los buscaron en la arquitectura subyacente de una IA.

Y, ¡sorpresa! muchas de las arquitecturas inteligentes cumplían algunos de los requisitos de los indicadores de la consciencia descritos en las teorías analizadas.

Indicios insuficientes

Esos indicadores de consciencia tienen que ver con los procesos de la IA para generar imágenes, con la presencia de un espacio de trabajo global e incluso con la llamada consciencia espacial, considerado el síntoma más próximo al término de consciencia escogido para explorar esta capacidad de la IA.

Sin embargo, la conclusión a la que llegaron estos investigadores es que, dado que ninguna de las IA analizadas cumplió más que con unos pocos requisitos, ninguna puede considerarse un candidato sólido para atribuirle la cualidad de la consciencia.

Primer paso

De todas formas, este desarrollo es solo un primer paso al que seguirán otros para refinar la búsqueda de consciencia en un algoritmo de IA. Sobre la mesa queda otro proyecto para diseñar una prueba de consciencia más amplia que también pueda aplicarse a organoides, animales y recién nacidos.

En cualquier caso, no será sencillo, algo de lo que son conscientes estos investigadores, porque el problema es que las teorías actuales se basan en nuestra comprensión de la consciencia humana.

Esta perspectiva es una limitación difícil de superar cuando miramos a un algoritmo para ver si refleja algo de lo que somos. Todavía seguimos anclados en el antropocentrismo, un aparente espejismo evolutivo del que apenas somos conscientes.

Fuente LEVANTE



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