El impensado papel del intestino en la lucha contra el estrés y la ansiedad

Diferentes especialistas revelaron que muchas de las personas que sufren problemas intestinales crónicos desarrollan, luego, ansiedad y depresión.

Algunos cuadros psicológicos se dan al comienzo de la enfermedad intestinal (Foto: Adobe Stock)

El intestino cuenta con algunas de las mismas terminaciones nerviosas y neurotransmisores que el cerebro con el cual se mantiene ligado a través del núcleo grande (el locus ceruleus). Esta colección de células nerviosas es en parte responsable de controlar la ansiedad y el miedo, que podría explicar por qué estas emociones se pueden asociar con el funcionamiento colónico.

Por medio de diferentes estudios médicos, algunos especialistas han determinado que las personas que padecen enfermedad inflamatoria intestinal (EII) sufren de alteraciones psiquiátricas o psicológicas. Estos hallazgos fueron publicados en la revista “Science”.

“Entre el 15 y el 35% de los pacientes con EII suelen recibir diagnósticos relacionados con trastornos adaptativos, de ansiedad y depresivos”, confirmó el jefe del área de Psiquiatría del Hospital 12 de Octubre, Gabriel Rubio, aunque especificó que la gravedad de la enfermedad influye en la repercusión psicológica, de forma que “los más graves tienen más riesgo de desarrollar estos trastornos”.

Un equipo de especialistas de la Universidad de Milán, atribuyó la aparición de los síntomas cognitivos y psiquiátricos a una desregulación del eje intestino-cerebro. Puntualmente, al cierre de la barrera vascular de estructuras cerebrales (plexo coroideo) para impedir que la inflamación intestinal llegue hasta el cerebro.

Usando un modelo de ratón de EII, el equipo de Sara Carloni encontró que la barrera vascular del intestino se torna más permeable, favoreciendo que la inflamación se extienda más allá de los intestinos. En respuesta a esta propagación, la barrera vascular en el plexo coroideo del cerebro se bloquea para protegerlo de la inflamación, pero al mismo tiempo también perjudica significativamente las comunicaciones entre los órganos, y puede obstaculizar la función cerebral.

A raíz de esto, los autores consideraron: “Los déficits mentales observados junto con la EIIpueden ser una consecuencia de la desregulación del eje vascular intestino-cerebro, un hallazgo que podría aprovecharse para desarrollar objetivos terapéuticos en el abordaje de algunos trastornos del comportamiento”.

El día a día y el intestino irritable

La aparición de los trastornos del ánimo varía con las distintas fases de la enfermedad, aunque los profesionales indicaron que el pico surge en el momento del diagnóstico y mayormente en los jóvenes, por la repercusión que causa en su vida. También ocurre a lo largo de la enfermedad, por la evolución de los brotes, el surgimiento de complicaciones (cirugías múltiples, largos periodos de hospitalización, las visitas continuas al hospital) y por la necesidad de llevar un tratamiento de mantenimiento crónico.

Los cuadros comunes se dan al comienzo de la enfermedad, aunque también hay trastornos importantes de ansiedad y depresión que surgen durante las reactivaciones y cuando la EII genera limitaciones. Al controlar los síntomas, se sigue la mejoría del paciente y también de su estado anímico.

Fuente TN



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